Reflexiones Para Hoy

Reflexiones para Pastores, líderes, y familias cristianas en general
-Psicóloga Ester Martínez Vera-

En estos días, tan duros para todos y desde el sentimiento de responsabilidad por lo que está ocurriendo en esta “aldea global” en la que vivimos, voy a “darnos” unos consejos; (lo digo bien, “darnos”, porque las reflexiones que os voy a dejar son también para mí y para mi familia).

Por lo tanto, para ti, para mí, para tu familia, para la mía, para los miembros de la iglesia, recuerda cada día, al levantarte que:

Día 40: ¿Cómo creerán?

Llegamos al final de este periodo. No sé en que etapa estaremos cuando leas esta reflexión, pero la vida se ha puesto en marcha y aunque vayamos “disfrazados” tenemos que empezar a caminar de una forma diferente.

Como te dije al principio de la semana, haz todo lo que puedas por ser ejemplo en el cuidado que tienes que tener de ti mismo y de los demás.

Y para terminar mis cuarenta reflexiones quiero dejarte unas cuantas cosas para que no las olvides a pesar de que todo empiece a moverse y quizás volvamos al estrés de antes ¡Ojalá que no!

En primera lugar te quiero recordar que Dios existe, (aunque algún día de los pasados hayas empezado a preguntarte dónde estaba). Es el diseñador del Universo (Rom. 1:18-20), es el “legislador” en cuanto a lo correcto y lo incorrecto (Rom. 2:14-15), Cristo es el Dios humanado (Hebr. 1:1-4), que vino a esta tierra a buscarte a ti y a mí (Jn. 3:16), murió en la cruz por tus pecados y los míos (Rom. 5: 8), resucitó y ascendió a los cielos (1 Tim. 3:16) y un día volverá (Ap. 22:20).

Lo que te acabo de resumir tiene que mantenerse en tu mente a pesar de que las cosas vuelvan a su cauce y empecemos a trabajar, a ver fútbol o a poder viajar pero, lo que más preocupa es que tenemos también el deber de explicarlo a los que nos rodean. ¿Cómo creerán si no hay quién les predique?

¿Crees que debes empezar a orar y a explicar el evangelio a los que están a tu lado como nunca antes? Sí es así empieza pronto. Vas a recibir poder de lo alto para poder hacerlo. Son muchas las personas que están deseando tener una esperanza que les dé un motivo por el cual vivir. Están muy cerca de ti, esperando que alguien les dé la buena noticia de que su vida puede tener un sentido.

¿Cómo lo vas a hacer? ¿Como vas a decir a tus amigos que solo Cristo salva? Sé valiente, no te avergüences del Evangelio porque ¡es poder de Dios para salvación!

Mira a tu alrededor y ora al Señor pidiéndole que puedas ser un fiel testigo de Él en todo lugar en el que estés.

¡Te deseo lo mejor, sigue reflexionando....!!!!!!
Ester Martínez Vera

Día 39: Ausentes del cuerpo, presentes con el Señor

Os he de ser sincera y deciros que me he resistido estos días a hablar de los que han perdido la vida durante la pandemia y solo lo he hecho de soslayo. Era como si al escribir sobre este tema tuviera cierto miedo a que mis emociones se rompiesen también. Podéis entenderlo ¿verdad?

Desgraciadamente he tenido que oír durante estos meses, en la consulta, la tristísima historia de muchos fallecimientos, explicado por familiares y, especialmente, por enfermeras que han necesitado ayuda psicológica para poder superar el trauma de ver gente morir a su lado con impotencia por no poder salvar las vidas de muchos pacientes que tenían a su cuidado.

Lo que voy a escribir es un misterio y no pretendo entenderlo del todo ni pretendo que lo entendáis vosotros tampoco. Me refiero al versículo que nos dice: “Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos” (Sal. 116:15). Otra traducción lo dice así: “Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles” (NVI).

Viéndolo desde una perspectiva terrenal se nos hace muy difícil aceptar la realidad de la muerte de un ser querido si no lo vemos desde un plano celestial. Solo imaginando la alegría de un padre al ver llegar a su hijo a casa puedo vislumbrar algo de lo que implica el texto mencionado.

Mi hermano murió hace un año y la aceptación de ese hecho inesperado fue una experiencia muy dura pero, en los perores momentos pensaba en cómo habría sido su llegada al cielo, ¡ver a Jesús cara a cara! Ver a mis/sus padres, sus abuelos, amigos que le precedieron. ¡Ya había llegado a casa! el Padre celestial que le había amado y cuidado toda su vida, aquí en la tierra, le estaba dando la bienvenida. ¿Puedes imaginar alguna experiencia más sublime? Entrar, para siempre, a la casa del Padre donde ya no habrá más muerte, ni más dolor ni más nada negativo.

¿Cómo no va a tener esa ausencia del cuerpo, y presencia ante el Señor, mucho valor para nuestro Creador, Salvador y Cuidador de nuestras vidas?

Por eso, aunque ha sido y sigue siendo terrible la separación de los seres queridos que han partido para estar con Cristo, recordemos que no lloramos por ellos, lloramos por nosotros, por el tiempo de separación que nos puede quedar por delante para volvernos a reunir ya en “la casa del Padre” pero ¡no lloramos como los que no tiene esperanza! ¿Verdad?
Ester Martínez Vera

Día 38: ¡No te desanimes!

A pesar de lo que dije ayer de que no debemos repetir, a los mayores, una y otra vez, que todo esto “va para largo”; lo cierto es que es verdad y difícil de digerir.

Por lo tanto tenemos el peligro de desanimarnos, pero estaba leyendo esta mañana unos versículos sobre los que quiero reflexionar un poco hoy:

Nos dice en Hebreos 12:1-4: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande número de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, que sufrió tanto, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”.

Ciertamente, durante toda nuestra vida y, especialmente, en las últimas etapas, tenemos a nuestro alrededor personas que nos observan: Nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros vecinos...y sería muy conveniente que todos ellos vieran que somos capaces de despojarnos de cualquier peso que se va acumulando a nuestras espaldas a lo largo de los años. Peso de preocupación, de angustia, hasta de desesperación...

¡Ya no! ¡No lleves más peso sobre ti! Recuerda que despojarte significa quitarte algo de encima; como si fuera una mochila pesada que puedes dejar en el suelo o, mucho mejor, ¡a los pies de la Cruz! ¡Qué alivio!

Además hemos de “correr con paciencia”. Es casi una contradicción de términos. ¿Correr pacientemente? Pues es raro pero no nos queda otra, sobre todo, cuando vamos añadiendo años a nuestros cumpleaños.

Pero sea cual sea nuestra edad, podemos contar con que, poniendo nuestros ojos en Jesús, podremos ver su fidelidad porque también nos dice el mismo escritor de la carta a los Hebreos que “El Señor es nuestro ayudador, por lo tanto no tenemos que temer” (Heb. 13:5-6).

Recuerda pues que la única manera de no cansarnos hasta desmayar es poner nuestros ojos en Cristo, tan lleno de gracia y amor y lo terrenal sin valor será a la luz del glorioso Señor.

¿Lo crees?
Ester Martínez Vera

Día 37: “¿Va para largo?”

Quiero dedicar esta reflexión especialmente a las personas que, después de estos días de confinamiento, se sienten mucho más mayores de lo que se sentían tres meses atrás. Es como si en vez de semanas hubiesen pasado cientos de años y como si los supervivientes se hubiesen envejecido por dentro y, muchos de ellos, tienen miedo de que ya no haya futuro para sus vidas porque, en cualquier momento, lo que hemos dejado atrás, en parte, pueda volver a aparecer.

Nadie puede dudar, a estas alturas, que la situación ha sido terrible para los mayores. Hemos visto, desde el principio de la pandemia, que los muy mayores (o los simplemente mayores) se han ido sintiendo casi estigmatizados por ser tan proclives a caer enfermos y estar en peligro de morir de forma terrible, solos y sufriendo muchísimo por los peligros de contagio tan altos que se estaban dando, cada día en ese colectivo.

Se necesitará un tiempo para que las personas de más de 65 años vuelvan a recuperar su seguridad personal y puedan vivir sin miedo porque al oír las noticias y lo que les dicen los amigos, los familiares...lo que más suena sin parar es que “esto va para largo”. Esta frase es terrible para una persona a la que le quedan pocos años de vida. ¿qué quiere decir que va para largo? ¿Podré volver a estar con mis hijos y mis nietos y abrazarlos de nuevo? ¿Podré volver a ir con mis amigos de viaje? ¿Es que ya no tendré más tiempo de vida? ¿Qué contra quiere decir esto de que “va para largo”?

Parece contradictorio que esa frase se utilice a la vez que se nos da permiso para juntarnos de diez en diez (bueno los mayores no) o ya se puede ir a....(buenos los mayores no)...o “bueno los mayores no”...

Eso está bien a modo de prevención y cuidado de los abuelos pero, por favor, por lo menos,  dejemos de decirles que “va para largo”.

Después de mi enfado, quiero proponerte que si sigues vivo/a, des gracias al Señor por haberte preservado. ¡Cuídate mucho! Porque quizás tu vida también “va para largo” y podrás volver a tener a tus nietos, y volver a salir y entrar y hacer las cosas que tanto te gustaba hacer....

¡Qué va para largo!
Ester Martínez Vera

Día 36: El virus sigue presente

Esta semana, Dios mediante, hasta el viernes, escribiré las últimas reflexiones que se empezaron para acompañaros durante los días de confinamiento. Afortunadamente la desescalada va teniendo lugar y podemos ir entrando en una “nueva forma de vivir” pero volviendo, poco a poco a nuestras costumbres.
 
Pero os dejo una cortita historia que encontré en una meditación de “Nuestro Pan Diario” del 2015. Dice así:

En Junio del 2012 un incendio en el cañón Waldo destruyó 346 casas en Colorado (EEUU) y quemó más de 70 Km2 de bosques. Se declaró que el fuego estaba totalmente controlado cuando se construyeron líneas perimetrales en todo el área. Se redujo el fuego a una zona definida hasta que pudo extinguirse por completo. Un bombero advirtió a los residentes sobre la posibilidad de seguir viendo humo porque, aunque el fuego estaba contenido, no estaba controlado ni apagado del todo.

En realidad esto es lo que los expertos nos están diciendo en cuanto al Covid19. Por desgracia el virus, aunque contenido por el momento, sigue ahí...Por lo tanto hemos de ser sabios y cuidadosos y no bajar la guardia. Si todos nos cuidamos utilizando las medidas de protección no solo cuidamos a los demás, nos cuidamos también a nosotros mismos y a los que queremos.

Es muy triste ver que algunas personas hacen todo lo que deben: Mascarillas, gel higienizador, distancias adecuadas, salir en las franjas horarias que nos vienen marcadas por edades...y, en cambio, otros pasan olímpicamente de todo y parece importarles muy poco el impacto que su conducta puede tener en la salud de otros.

Pienso que como creyentes también tendríamos que tomar nota de lo que implica sujetarse a las autoridades y a las leyes. El apóstol Pablo dirá: “ Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, y estén dispuestos a toda buena obra” (Tito 3:1) y “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios  han sido establecidas” (Rom. 13:1). Por lo tanto, da buen testimonio con tu conducta, ¡no te saltes ninguna norma! ¡Qué nadie te tenga que llamar la atención por actuar con poco cuidado y poco civismo!

¿Qué te parece?
Ester Martínez Vera

Día 35: Salmo 4

Este salmo termina con la ultima idea que escribimos ayer: “En paz me acostaré y así mismo dormiré porque solo tu Señor me haces vivir confiado” (v. 8).

No sabemos si David estaba pasando por las mismas circunstancias que las que estaba viviendo en el salmo 3 (la rebelión de Absalón). Pudiera ser. Po eso estos dos salmos se toman como una unidad. Es posible que el 3 fuera la oración de la mañana y el 4 la oración de la noche.

David empieza rogando con urgencia que Dios le escuche. Y aunque pide atención y misericordia sabe, por experiencias anteriores, que cuando había pasado, momentos atrás,  por angustia Dios le había escuchado (v. 1b).

La Biblia nos dice que debemos recordar nuestro pasado para ser capaces de saber que en momentos de dificultad Él ha salido siempre en nuestro socorro. Por  lo tanto podemos vivir con la esperanza de que volverá a hacerlo durante el resto de nuestra vida. ¿Verdad que mirando para atrás puedes ver como el Señor ha estado siempre a tu lado? A veces querías hacer una cosa y no pudiste y ahora piensas: ¡Menos mal que no pude! O has pasado por momentos en los que no podías sentir a Dios en tu vida y luego ves que te llevaba en sus brazos. Recuerda de nuevo que “ni un cabello de tu cabeza ha caído sin su consentimiento” (Lc. 12:7). Lo sabes ¿verdad?

Pero David, en este salmo, no solo ora también enseña. En los versículos siguientes (v. 2-6) vemos que reprende a los que aman la vanidad y buscan la mentira avisando de que el Señor escucha al piadoso cuando no peca, medita en su corazón y confía en él.

Me gusta la combinación de los verbos en el versículo 4 de “meditad” y “callad”. Una de las mejores cosas que podemos hacer cuando estamos en dificultades es meditar (pensar) y callar porque saldremos del atolladero y, al final encontramos, como David, el gozo y la paz (v. 7 y 8).

¡Cuánta falta nos hace aprender a estar en silencio ante el Señor! Normalmente hablamos de forma impulsiva y demasiado, sin recordar que en las muchas palabras hay peligro de cometer muchos errores.

Y ya al final del salmo David  se dirige directamente al Señor para decirle: “Tú diste alegría a mi corazón” (v. 7). David entiende que este gozo viene de Dios de forma independiente de las circunstancias. ¡Ojalá que podamos experimentar nosotros lo mismo!

Recordemos que estamos en un pasaje del Antiguo Testamento pero que será confirmado por el apóstol Pablo en su carta a los Romanos 15:13 : “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”.

Parece que creer, confiar en el Señor y la esperanza van estrechamente unidas al gozo y a poder “acostarnos y dormir en paz” (Sal. 3: 8), ¡aunque fuera hayan mil peligros acechándonos!

Ester Martínez Vera

Día 34: Salmo 3

En nuestra vida siempre tendremos enemigos a los que enfrentarnos; muchos, ¡muchos!..Y, la mayoría, nos dirán cosas que nos dolerán. David, el escritor del salmo 3 exclama: “Se han multiplicado mis adversarios...Se levantan contra mí...Hablan mal de mí....”(v. 1-2).

Antes, durante y después del confinamiento, nos tenemos que encontrar con esta realidad y este hecho puede hacer que nos desesperemos pero ¿qué hizo el salmista? Fue al Señor a explicárselo. ¿Qué haces tú cuando te ofenden, te menosprecian o te critican?

En los versículos 3 y 4 hay un cambio de tercio y David empieza a mirar para arriba en vez de mirar a su alrededor. Hace una confesión tremenda: “Más tú Señor eres escudo alrededor de mí”. Es exactamente lo que necesitaba teniendo en cuenta que Absalón le estaba persiguiendo
(2 Sam. 15-18). ¡Un escudo alrededor del cuerpo! Normalmente los escudos protegen por delante, pero él ve a Dios protegiéndole totalmente. Detalle interesante ¿verdad?

Sigue diciendo: “Mi gloria y el que levanta mi cabeza”. Desgraciadamente la gloria del rey David se iba eclipsando y su reino era quitado de él pero ahora ve que su gloria no está en un trono terrenal sino en Dios que le protege y le restaura. Estaba seguro de que eso era así porque nos dice: “Clame al Señor y él me respondió desde su monte santo”. Esta frase implica que Dios es accesible a los suyos. ¿Conoces al Señor así? Si tu contestación es afirmativa podrás exclamar con el salmista: “Me acosté y dormí porque el Señor me sostuvo” (v. 5). David estaba pasando por momentos terribles, por lo tanto esta frase es tremenda y debemos hacerla nuestra, también nosotros.

Estos días de confinamiento han sido muchísimas las personas que nos han consultado a los psicólogos por no poder dormir. Los entendía perfectamente. La situación ha sido tan rara y casi surrealista que era normal no poder conciliar el sueño. ¡Que lección de confianza nos da David!Tenía que tener mucha esperanza en su Dios para decir lo mencionado y seguir diciendo: “No temeré a diez millares de gente que pongan sitio contra mí” (v. 6). ¿Cómo podía no temer? La única respuesta se encuentra en los versículos finales del texto: “Heriste a mis enemigos....La salvación es de Jehová” (v. 7) y termina: “ Sobre tu pueblo sea tu bendición” (v. 8).

Deberíamos acabar siempre así en nuestros tiempos devocionales pidiendo la bendición del Señor sobre nosotros y sobre su pueblo; la necesitamos más que nunca, en este nuevo y peligroso empezar de otra forma de vivir, en la que hay muchas incógnitas y muy poquitas certezas. Contando con esa bendición de un Dios que nos protege, es nuestra gloria y levanta nuestra cabeza, ¡podemos acostarnos y dormir porque Él nos sustenta!

Ester Martínez Vera

Día 33: Salmo 2

El salmo 1, estudiado ayer, nos llevaba a cuestionarnos, de forma personal al pertenecer o no a la “congregación los justos”. El salmo 2 nos lleva a otro escenario; a pensar hacia dónde va la historia universal.

En primer lugar vemos un mundo hostil: “¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas?...”Se levantarán los reyes...contra el Señor y contra su Ungido...” (v. 1). En el Nuevo Testamento vemos una corroboración de este texto al ver que la gente no quería un rey como Jesús (Lc. 19:14).

Este rechazo se da también hacia los seguidores de Cristo. Lo vemos hoy y en toda la historia, desde los primeros años De la Iglesia Cristina.

Pero vamos por partes:

La primeras palabras del salmo nos llaman la atención: ¿Por qué se amotinan.....? La respuesta es que ni el Señor Jesús ni nosotros “somos de este mundo” (Jn. 15:18-19).

Pero ¡hay esperanza! ¡Hay un trono en los cielos! (v. 4-6). Y “el Señor se reirá” (v. 4). Esta frase hace que reconduzcamos nuestra mirada y nuestras emociones entrando en un estado de confianza al ver al que está sentado en ese trono (Is. 6)

Por otro lado vemos una acción divina en contraste con las decisiones humanas. Dios pone al rey sobre Sión, su monte santo y, un día, llenará toda la tierra.

Vivimos en un mundo totalmente secular que lucha y rechaza todo lo que viene de Dios pero, afortunadamente, podemos levantar nuestros ojos y ver en ese trono a Alguien sentado, que nos consuela y nos conforta. Es la misma idea que la que nos presenta el apóstol Juan en
Apocalipsis 4.

Pero aún más, ¡mucho más!:  El Señor decreta: “MI hijo eres tú” (v. 7-9). ¡Tremendo! ¿No? Es Dios mismo hablando y diciéndonos: “Yo te he engendrado hoy” y “te ha dado una herencia...que va hasta los confines de la tierra” (v. 8). Estas frases se aplican, además de a ti y a mí, en primer lugar a Cristo, en su glorificación y que tuvo su cumplimiento total en la Ascensión cuando Él fue recibido, con todos los honores, en gloria.

En el v. 9 muestra la fuerza de su poder con el que Cristo se impondrá en la historia de la humanidad. Por lo tanto los cristianos sí sabemos lo que el futuro va a traernos.  ¡Hay esperanza!: ¡Cristo gobernando el paraíso restaurado!

Y el final del salmo no tiene desperdicio: “Servid al Señor con temor y alegraos con temblor” (v.11).

Comparte hoy, con los que te rodean, que hay también una esperanza clara para los que quieren volverse a Dios, sirviéndole y gozándose en Él siempre (Fil. 4:4).
Ester Martínez Vera

Día 32: Salmo 1

Leí una vez un libro, en el que el autor,  se preguntaba porque el Salmo 1 era el primero.  Parece un trabalenguas: Es el 1 porque es el primero. Pero el autor se contestaba a sí mismo diciendo que este salmo, contiene unas cuestiones de suprema importancia que son previas a los asuntos tratados en el resto del libro y que Jesús resume en Mat. 7:13-14 (lee el Salmo y estos versículos y veras que Jesús habla de los que entran por la puerta ancha y los que pasan por la puerta estrecha).

Ciertamente el salmista contrasta la diferencia entre los que escogen un camino equivocado y los que escogen, aunque sea muy difícil, entrar por la puerta angosta.

Es curioso notar que el salmista empieza a hablar del creyente con frases en negativo, que implican estar en contra y no aceptar lo malo. El creyente debe rechazar la maldad en todas sus formas:

“El consejo de malos” tiene que ver con la forma de pensar de los que acabarán haciendo daño
“El camino de pecadores” sugiere una forma de actuar, de andar por la vida de forma equivocada
“En silla de escarnecedores” tiene que ver con “pertenecer” o “permanecer” cómodamente en un grupo que no tiene, para nada, en cuenta la voluntad de Dios

Por lo tanto ¡qué feliz (bienaventurado) es el ser humano que sabe decir “no” a cualquier presión que venga del mal o pretenda hacer el mal.

Decir “no” no es siempre fácil. A José le costó la capa (que se la dejó al huir) y a  Daniel le costó el foso de los leones. Seguramente tú y yo no vamos a ser menos. ¡Nos va a costar! Pero “Bienaventurado” es decir “muy feliz” el que lo consigue y no sigue “la corriente” de este mundo, Esa persona “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae”.

Un árbol así tiene estabilidad, vitalidad (porque está junto al agua), da fruto, y perdura (porque su hoja no cae)...Pero aunque el cuadro sea precioso en este salmo 1, no podemos quedarnos ante esa maravilla sin reconocer que a estos árboles también les llegan las lluvias, los vientos y las tempestades. Pero ¡están plantados en la ley del Señor que le da raíces fuertes y vida abundante!

“No así los malos” (v.4). Aquí llega el contraste.  Éstos no tienen raíces y su vida es una ruina.  “Son como el tamo que arrebata al viento”. No tienen justificación (“No se levantarán los malos en el juicio” (v. 5). Y “la senda de los malos perecerá” ( v. 6).
 
Pero la pregunta que nos viene a la cabeza es: “¿Quiénes son los malos?”. Aunque sabemos que hay malos en todas partes de la tierra parece que los salmos están escritos para el pueblo de Dios y en este colectivo también hay personas que no se deleitan en el Señor y no meditan en su ley de día y de noche. Jesús mismo dijo que pueden haber falsos creyentes,  que digan al final de sus días: “Señor, Señor”, y que no puedan entrar en el Reino de los Cielos, porque no conozcan de verdad al Salvador.

Por lo tanto ¡sí que hay esperanza! ¡No dejes de compartirla. Explica a los que te rodean la “antigua historia de Cristo y de su amor!” Y deléitate tú, también, en ella. No consiste solo en llamarte cristiano has de haber conocido y aceptado a Cristo de verdad. Eso significará: “entrar por una puerta estrecha”, pero ¡valdrá la pena!
Ester Martínez Vera

Día 31: ¡Esperanza!

Estamos empezando la desescalada y me ha venido a la mente una obra de teatro de Sartre titulada “A puerta cerrada”. Fue puesta en escena antes de la liberación de París en Mayo de 1944, durante la Segunda Guerra Mundial.

La escena se da en una habitación que fácilmente es catalogada como “el infierno”. No había espejos ni ventanas, solo una puerta por la que entraba y salía el mayordomo (uno de los personajes) y sin esperanza de poder salir porque les habían encerrado con llave.

Aquella habitación se convirtió en algo horrible, era una tortura estar con los demás. Ellos esperaban ser torturados pero descubrieron que estaban ahí para torturarse entre ellos. De ahí la famosa frase de Sartre: “El infierno son los otros”.

Pero resumiendo mucho, el problema mayor era pensar que no había esperanza de salida. Allí entre aquellas cuatro paredes empezaron a surgir cuestiones viejas, rencillas, historias que resultaron en un verdadero infierno con la conclusión de que cuando se abrió la puerta tampoco pudieron salir porque no podían vivir sin los torutradores.  

El resultado es que el ser humano “en cuarentena” o “libre” no tiene esperanza para poder vivir de verdad.

Hoy debemos recordar esto como nunca, porque la inmensa mayoría de las personas que nos rodean están viviendo sin Dios y, por lo tanto, sin esperanza. Al estar confinados esta realidad se ha hecho muy patente.

Pero ahora volveremos a estar entretenidos, a divertirnos, a salir, pero en el fondo del corazón del hombre y de la mujer del siglo XXI, hay mucho miedo a quedarse en silencio y ver que el mucho ruido, la mucha diversión, los bienes materiales, el poder salir....¡no produce esperanza!

Y ahí estamos nosotros, como iglesia, en el lugar donde Dios nos ha puesto para ser: “Evangelio” (buenas noticias).

¿Para que crees que estás aquí? Solo para sobrevivir, disfrutar, sufrir, ¡no es así!

Estás aquí para llevar esperanza a los que te rodean. Los cristianos hemos sido dispersados a lo largo y ancho del mundo para llevar la luz del evangelio de Jesús a los que conviven con nosotros. Somos forasteros y peregrinos en esta tierra, yendo hacia la eternidad, hacia el lugar que Jesús fue a preparar para nosotros pero mientras tanto hay centenares de personas a tu alrededor que viven buscando algo por lo cual vivir. Y eres “iglesia” allí donde estás cada día y debes brillar con tu esperanza para que los demás te pregunten la razón de tu fe.

Creo que para “brillar” en el sitio en el que estemos hemos de partir de una premisa indiscutible: Cumplir el primer y el segundo mandamiento de la ley de la ley de Dios: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” ().

Quizás estés de acuerdo en que, como creyentes, hemos de cumplir y practicar la primera parte  y, aunque nos cuesta mucho, lo intentamos de corazón, pero la segunda mitad no sé si a ti te parece fácil pero para mí es muy difícil: “Amar a los demás como a mi misma” ¡eso sí que es complicado!

Por lo tanto, ahora que vamos a volver a una “nueva forma de vivir”, necesitas y necesito saber que soy esperanza para el mundo, para mi familia y, también,  para la familia de la fe y si amo de verdad intentaré llevar, por todos los métodos posibles, algo de esperanza a sus vidas.

Supongo que tengo pocos días por delante (porque espero que  esté finalizando el tiempo de pandemia) para seguir escribiendo estas reflexiones pero, los que me queden, intentaré hacer un estudio de algunos salmos que pueden llenar nuestra vida de esperanza y también la de los demás. ¡Compártelo!
Ester Martinez Vera

Día 30: Omega 3 y agua

Hoy quiero escribir muy brevemente de dos cosas importantes para la salud: los Omega 3 y el agua

Los famosos Omega 3 (EPA y DHA)

Es un ácido graso poliinsaturado que el cuerpo necesita pero no puede producirlo por sí mismo. Aporta muchos beneficios para el corazón y la circulación sanguínea. El corazón es el más beneficiado del aporte de este aceite porque tiene propiedades antiinflamatorias y anticoagulantes. También ayuda a reducir el nivel de colesterol y de triglicéridos.

Produce, además, beneficios en el sistema nervioso (estado de ánimo), en el sistema inmunológico, en la formación de las células, afecta a la vista y al mantenimiento de la función cerebral.

Algunos pediatras opinan que favorece, también, la formación del cerebro en el feto.

A partir de los años 70 ha sido objeto de investigación por nutricionistas y está bastante de moda.

Puede encontrarse en el pescado azul (atún, salmón, caballa...), en el marisco (gambas, ostras, mejillones), vegetales de hoja verde (espinacas, lechuga, pepino, brócoli, cardo), en las nueces, y en los aceites vegetales (de linaza, de nueces, de oliva, de sésamo...).

Lo mejor es consumir estos ácidos grasos esenciales  a través de la dieta normal. Los suplementos deben quedar para ser recetados por los médicos y, debemos decir que, son bastante caros.

La cantidad recomendada para mantener la salud normal es de 200-250 mg al día y con un consumo normal de pescado y los alimentos mencionados podemos llegar fácilmente a 2.700 mg en adultos y 1.700 mg en niños, por lo tanto un suplemento no es casi nunca necesario si comemos bien


El agua

Nuestro cuerpo pierde mucho agua, con cualquier actividad que realicemos, al cabo del día (unos diez vasos); se pierde a través del sudor, la orina y la respiración.

El cuerpo está formado por más de un 65% de agua, por lo tanto es muy importante para sobrevivir y se necesita ir almacenándola en grandes cantidades y, por lo tanto, debemos reponerla bebiendo.

La importancia de este líquido es porque lleva los nutrientes a las células, regula la temperatura corporal, ayuda a la digestión, elimina los residuos, mantiene los riñones sanos y aporta hidratación a la piel, ojos, boca y nariz.

Algunos nutricionistas nos dicen que dividamos el peso del cuerpo, en kilos, por 7 y el resultado que nos dé son los vasos de agua que debe beber la persona.

Además de que la hidratación es fundamental para todo el organismo es también muy importante para el buen funcionamiento del cerebro. Debemos recordar que el cerebro es agua en un 80%, y su carencia afecta, sobre todo, a los aspectos cognitivos (la memoria, la coordinación motórica y la percepción). Esto es así porque el agua permite que la sangre, que va al cerebro, vaya cargada de oxígeno.

Pero, lo más importante en estos momentos es que, el agua también aumenta las defensas ya que disminuye la posibilidad de ponerse enfermo y ayuda a recuperarse antes de patologías como la gripe.

Ester Martínez Vera

Día 29: Vitaminas A y D

Hoy escribiré de forma muy breve sobre la vitamina A y la vitamina D porque ambas tienen un efecto importante sobre nuestro sistema inmunitario que necesitamos tener fuerte durante estos días.

 La vitamina A (retinol, ácido retinoico)

La vitamina A es un nutriente de origen animal. Se encuentra en su forma completa en aceites de origen animal, en la mantequilla, yema de huevo, leche y carne (sobre todo en el hígado de los animales) y en algunos pescados.

Esta vitamina también refuerza el sistema inmunitario (por eso hoy quiero escribir sobre ella), además mantiene la piel sana y favorece la salud de los ojos. También ayuda al buen funcionamiento del corazón, los pulmones, los riñones y otros órganos. Tiene propiedades antioxidantes (protege las células contra los radicales libres que podrían influir en el envejecimiento y en otras enfermedades).

Es la vitamina que más favorece la salud de la piel: Ayuda al bronceado natural, también mantiene la piel tersa, evitando que se seque en exceso y favorece la cicatrización de cualquier herida.

También los carotenos y beta-carotenos (precursores de la vitamina A) se encuentran en los vegetales de hoja verde oscuro como las espinacas, la lechuga y la col y también en hortalizas como las zanahorias, la calabaza, el melón cantalupo. El cuerpo transforma los betacarotenos en vitamina A.

Es importante saber que una dieta equilibrada, en personas sanas, aporta suficiente cantidad de vitamina A. Los suplementos de esta vitamina tienen que ser recetados por los médicos ya que una ingesta excesiva puede ser perjudicial. Y debes saber que también interactúa con otros medicamentos. Por lo tanto, nunca te automediques aunque se trate de vitaminas.

La vitamina D

Es un nutriente presente en algunos alimentos. Es una vitamina muy necesaria para la salud porque refuerza el sistema inmunitario  y, sobre todo, para mantener los huesos fuertes y prevenir la osteoporosis porque ayuda al cuerpo a absorber el calcio.  Su carencia se relaciona también con enfermedades autoinmunes, metabólicas, cardiovasculares...

Además una insuficiencia puede producir cansancio, estado de ánimo más deprimido, debilidad muscular, excitabilidad, nerviosismo, insomnio, necesidad de comer dulces, caries. Si hay o no carencia se puede medir con una analítica.

La fuente principal de vitamina D (90%), es el sol pero te dejo algunos alimentos que la contienen:

Los pescados grasos como los azules (caballa, atún, salmón...), el aceite de hígado de bacalao encabeza la lista de los alimentos con más vitamina D (una cucharada de este aceite cubre las necesidades de vitamina D diarias y aporta, además vitamina A y Omega 3 También contienen esta vitamina el marisco, el hígado vacuno, la yema de huevo, las setas, el aguacate y los lácteos enteros; de éstos los que tienen mayor cantidad son la mantequilla, los quesos grasos porque al ser liposoluble se encuentra en la grasa.

Pero es curioso que siendo uno de los países con más horas de sol del mundo es una de las vitaminas más escasas en nuestro organismo. Esto está directamente relacionado con nuestro estilo de vida: el consumo de muchos fármacos, dieta pobre en vitaminas, la contaminación, la necesidad de usar muchos filtros solares...

Por lo tanto con las ganas que tenemos de tomar el sol, hazlo bien para evitar el cáncer de piel: Exponte en las primeras horas de la mañana (antes de las 11), reduce el tiempo de exposición (sobre todo entre 12 y 16 horas), usa sombrero y gafas de sol y foto protectores.
Ester Martínez Vera

Día 28: Alimentos para subir tus defensas: La vitamina C

Como te mencioné el día 26, durante esta semana intentaré darte unos poquitos consejos para que tu cuerpo y el de tu familia funcionen lo mejor posible en este tiempo de desescalada en el que podemos estar un poco más expuestos a cualquier peligro de contagio. Pero no olvides que ¡todo lo que mandan las autoridades sanitarias tiene que ser cumplido como la mejor prevención! ¡Lo que yo te dejo es solo una idea de pequeñas ayudas saludables!

Quizás pensarás que este tema es poco espiritual, pero ¡no es así! Nuestro cuerpo es “templo del Espíritu Santo” (1 Cor. 6:19) y somos también administradores de este magnífico regalo. Tenemos que cuidarlo con esmero porque, en esta tierra, no tendremos otro (para el creyente no existe la posibilidad de reencarnación ¿lo recuerdas?: “Está establecido a los hombre que mueran una vez y después el juicio” (Heb. 9:27). En el cielo ¡sí que tendremos un cuerpo nuevo! (1Cor. 15 y Job 19:25-27). En ese nuevo cuerpo ya no habrá llanto, ni dolor, ni clamor, porque lo de esta tierra habrá pasado! (Ap. 21:4). Y, mientras tanto, ¿qué?  Pues entre tanto: ¡Cuidaros mucho!

Quiero hoy empezar por algo muy básico que se refiere a la necesidad de potenciar tu sistema inmunológico, lo máximo que te sea posible, a través de la alimentación.

Lo que te voy a decir no sustituye, de ninguna manera, las medicinas que estés tomando o lo que el médico te recomiende. Tampoco puedo saber si lo que te propongo lo puedes ingerir o no dependiendo de tus patologías o estado de salud general. Por lo tanto tómalo solo como recomendaciones que puedes intentar implementar en tu dieta (o no si no lo crees necesario).

Te diré, como norma general, que para fortalecer tus defensas (que podrán ayudar a prevenir algunas enfermedades o curarlas un poco más rápido), será conveniente que ingieras alimentos que contengan vitaminas y minerales:

Te dejo una lista de alimentos ricos en una de las vitaminas más importantes, la C, que favorecerá, también,  tu sistema inmune:

Recuerda que la vitamina C (ácido ascórbico) es muy importante porque es una de las 13 vitaminas esenciales para la salud. Ayuda a la absorción del hierro y el calcio. Al ser soluble en agua, el cuerpo puede liberar, por la orina, el exceso, pero has de saber que se necesita tomar continuamente en la dieta diaria, porque es necesaria para el crecimiento y la reparación de los tejidos. Repara también los cartílagos, huesos, dientes. Es un gran antioxidante. Es indispensable a la hora de cicatrizar heridas y formar tejidos. No los cura pero hace que los procesos de resfriados sean más cortos. Aumenta el volumen en sangre de las citoquinas que contribuyen a contrarrestar los fallos del sistema inmunitario. Previene algunas enfermedades pero ¡siempre se tienen que seguir las pautas médicas!

Según la OMS la cantidad necesaria de esta vitamina diaria es de 90 mg. para los hombres y de 75 mg. para mujeres. En general, en adultos, está bien ingerir unos 80 mg diarios.

Para los niños:
De 1 a 3 años 15 mg
de 4 a 8 años 25 mg
De 9 a 13 años 45 mg
Adolescentes mayores como los adultos.

Los alimentos que la contienen son: Naranja, mandarina, piña, limón, fresas, papaya, melón, mango, kiwi, brócoli, tomate, sandia, col, patatas con la piel, perejil...

Las frutas y verduras mencionadas tienen diferente concentración de vitamina C; por ejemplo el pimiento rojo tiene 139 mg por cada 100 gr, el kiwi 100 mg por cada 100 gr, las fresas 70 mg por 100 gr, la papaya, 60 mg por 100 gr... ¡Qué farmacia nos ha dejado nuestro Creador ¡buena en gran manera! ¡Sin dudar!n (Gén.1:31).
¡Mañana más! Descubriremos cosas sobre la vitamina A
Ester Martínez Vera

Día 27: ¿¿¿Todo saldrá bien???

Durante estos días, al principio del confinamiento, salían por todos lados unos carteles con el lema “Todo saldrá bien”, acompañado del dibujo de un arcoíris.

Pero, ¿es verdad que todo saldrá bien? Estamos en unos días difíciles y esta frase no creo que sea la más correcta, ya que nos crea una falsa esperanza a los adultos, pero sobre todo a los niños.

Es cierto que debemos animarnos, unos a otros, y lanzar frases o canciones que nos ayuden, durante estos días, pero voy a dar mi opinión en cuanto este cartel-lema.
Como hemos ido viendo en las noticias, desde que empezó esta pandemia, están muriendo muchas personas y ha de ser muy difícil para las familias de los que han fallecido escuchar una y otra vez que: ¡Todo saldrá bien! ¿No crees?

¿Como puedes mirar a un niño que ha perdido a su abuelo/a, a su tío, a su padre o madre y decirle la frase de la que estamos hablando?  No, ¡todo no saldrá bien! ¡Habrá mucho sufrimiento y dolor en miles de hogares! Y es aquí donde el creyente puede decir que su confianza está en Dios a pesar de que las cosas no vayan bien.

El Señor no prometió nunca que las cosas nos serian fáciles. No nos dijo que la vida nos iría bien pero sí nos dejó dicho que todas las cosas que nos ocurren nos ayudarán a bien (Rom. 8:28). ¿Cómo podrá ser así? Porque cuando las circunstancias son muy difíciles, nuestra manera de ser y de vivir cambia, necesariamente, para ir pareciéndonos más a Jesús. Él, nunca nos manda lo malo, pero lo permite a fin de irnos perfeccionando, como vasijas de barro (Jer.18). Y si, todo “malo” que nos pasa, sirve para que nos acerquemos más a Él, entonces sí que podremos decir que “todo irá bien” pero solo “bajo sus alas” (Sal. 57:1, 91:4).

Así que yo cambiaria la frase de esos carteles por: “Todo pasará” porque esto sí que es verdad. Todo tiene su tiempo (Ecl. 3:1). Tardará más o menos, tendremos con nosotros a nuestros familiares, o no, pero ¡todo pasará! Y los que hayan partido hacia la presencia del Señor y ya no estén, sabemos dónde están y tenemos la confianza de que los volveremos a ver.

El dibujo del arcoíris, que acompaña la frase, es muy gráfico de un nuevo comienzo; volverá a salir el sol después de la lluvia, pero recordemos que esto se remonta a la historia de Noe (Genesis 9:13) y, en esa historia, el arcoíris fue el sello del pacto que hizo Dios con Noe para recordarle que cada vez que lloviera no debería temer porque Dios no volvería a enviar un diluvio para destruir la tierra. Evidentemente era más un recordatorio para nosotros que para Dios, pero muchas veces nos olvidamos.

Para el creyente el arcoíris tiene un mensaje aplastante:  Nuestra vida esta en sus manos, y nos debe recordar que no habrá otro diluvio, los días tendrán sus nubes y sus tormentas, pero también saldrá el sol y, sabemos que Dios estará con nosotros en la tormenta y en los días resplandecientes de sol.

El otro día vi una imagen que me impacto y decía así:
El mundo canta: “Resistiré” pero los cristianos podemos cantar: “¡Él nos sostendrá!”

Carlos Brazier

Día 26: ¡No te olvides!

Hace un par de días comentando la situación actual con mi hijo Carlos, me decía: “Mamá no veo claro que el lema “Todo irá bien” o “Tot anirà bé”, sea muy correcto. Me explicó: “No irá bien” para los que han perdido un familiar. Para éstos la vida no volverá a ser igual de ninguna manera. Tampoco irá bien para los que no tengan trabajo ni ingresos por meses o quizás años. “No irá bien”..., y siguió con una serie de razones que, sin duda eran ciertas. Me dejó un poco pensativa y fui buscando alguna otra frase que pudiera sustituir a la mencionada. Se me ocurrían varias pero quizás me quedo con: “Todo empezará de nuevo”. Cada uno, desde dónde pueda, y dependiendo de la carga que la pandemia haya dejado en su vida, tendrá que volver a caminar, como nunca, con la necesidad de ayuda de Dios y de los demás. Le he pedido a Carlos que mañana la reflexión sobre este tema de “todo ira bien”, la haga él.
 
Pero sí, todo empezará de nuevo. De hecho con la desescalada ya se ha empezado un proceso de inicio de algo diferente a lo que teníamos pero ¡cuantas ganas tenemos de que se consolide! Cada vez parece que la curva de fallecimientos y contagios nos animan a pensar en que podemos retomar la vida. La pregunta es cómo lo vamos a hacer.

En estas reflexiones he intentado considerar, con vosotros, en la importancia de cuidar los tres vasos comunicantes que forman la unidad de nuestra vida y que, ahora, tendremos que cuidar como nunca antes.

Os recuerdo:

He insistido mucho en que el vaso espiritual tenía que ir bien lleno. Va a ser la base más importante de todo lo demás. “¡Qué la Palabra de Cristo more en abundancia en nosotros! (Col. 3:16)”. ¡Qué en el “aposento alto” se sigan produciéndo oraciones y ruegos continuados a nuestro Dios y que al adentrarnos en la vida diaria llevemos el “orar sin cesar” (Col. 5:17) como el hálito de nuestra existencia.

También hemos hablado de las emociones y de las palabras que decimos y de cómo nos afectan. Hemos pensado algún día en cómo gestionar bien lo que sentimos y como cuidar de lo que hablamos para que nuestras relaciones interpersonales no se resientan y, ahora, hemos de tener muchísimo cuidado porque no va a ser fácil volver a la normalidad tan anormal:

Será difícil vernos y no abrazarnos. Ni me imagino cómo ver a mis nietos y no besarlos. Tendremos que ir, por días, con guantes, con mascarillas...Guardando las distancias...Lavándonos las manos y la cara y la ropa, muy a menudo, al volver a casa. No va a ser fácil dejar de hablar con los que nos crecemos por la calle, no parándonos ni para saludar,  (tendremos que hacerlo al pasar)...¡Qué difícil va a ser todo eso! Pero lo tenemos que hacer por nosotros pero también por todos los demás (pequeños, mayores, familiares, personal sanitario, policías...).

Sobre todo no seáis irresponsables. No hagáis nada que las autoridades sanitarias no permitan. Creo que eso será también un buen testimonio para los que nos puedan observar y también para los pequeños de la casa. Es importante que los niños vean que nos sometemos, como cristianos a las autoridades (Tito 3:1) ¿No os parece?

Ahora llegado este punto querré dedicar esta semana a “darnos” (a vosotros y a nosotros), unas recomendaciones en cuanto al cuerpo y su cuidado en momentos como el actual.

Ester Martínez Vera

Día 25: Todos los caminos no llevan a Roma

Termino las reflexiones de esta semana con algo que he ido pensando en estos días de confinamiento.

Estamos oyendo, en muchos foros evangélicos, que la Iglesia de Cristo va a tener que cambiar después de estos meses en los que se han tenido que hacer multitud de ajustes en nuestras iglesias...

Pero pensaba yo que, sea cual sea, la forma de trasmitir nuestras creencias no podremos, en ninguna manera, escaparnos de 1 Corintios 15. Os transcribo unos párrafos que nunca podremos, ni deberemos, soslayar: “Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día, que apareció a muchos...”

Por lo tanto, es muy importante repetir a nuestros conciudadanos que: “Solo Cristo salva” y aunque se nos quiera hacer creer que “todos los caminos llevan a Roma”, o que todas las religiones llevan a Dios, es importante seguir explicando, a los que nos rodean, que Jesús fue el único que dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida y nadie viene al Padre si no es por mí”. Debemos fijarnos en el detalle de que no dijo que Él era “un camino”, sino “el camino”.

En Jesús de Nazaret se cumplieron todas las profecías del Antiguo Testamento. Fue el Mesías prometido. Los apóstoles, que vieron al Jesús resucitado, son los que escribieron los textos del evangelio que tienen la autoridad total, por las fuentes que sirvieron para redactarlos. Hombres que habían visto a Jesús vivir entre ellos, hacer milagros, y lo más importante: ¡Vieron al Jesús resucitado! Esos hombre fueron torturados, hasta la muerte, por predicar lo que habían visto y oido y ¡nadie muere por una mentira!

Por eso la Iglesia, con las puertas abiertas o cerradas, con reuniones en locales, o en las casas tendrá que seguir defendiendo la “sana” doctrina y no permitiendo que se retire ni una “j, ni una coma” del texto bíblico.

En nuestra cultura, y con los cambios que se van a producir, será necesario mantenernos firmes en las doctrinas esenciales del evangelio y seguir cumpliendo el mandamiento de proclamar a Jesucristo, como Dios verdadero y como Salvador de la humanidad, a todos los que nos rodean.

No te avergüences de decir que eres cristiano. Los muy futboleros llevan con orgullo las camisetas de su jugadores como si fueran ídolos y ¿nosotros? ¿Entramos en crisis de angustia al tener que confesar que somos seguidores de Jesús?

¡Piénsalo! Un día tendrás que verle cara a cara. ¿Con qué cara?


Ester Martínez Vera

Día 24: “Sea hecha tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”

Esta frase de Jesús no solo fue mencionada en el terrible sufrimiento en el huerto de Getsemaní, fue, una oración y una actitud constante, en los años que estuvo viviendo en esta tierra con los seres humanos. Él lo tuvo muy claro: Vino, siendo Dios, a cumplir la voluntad de su Padre (Jn. 5:30).

Estas palabras también fueron enseñadas por Él a sus seguidores cuando les indicó como orar, dejándoles, como modelo, el Padre Nuestro.

Toda oración verdadera, que sale del corazón de un creyente debe someterse, humildemente, a la voluntad del Padre Celestial y estaremos en un error si pensamos que podemos doblegar su voluntad a la nuestra. La verdadera oración tiene que ser dirigida a Dios con la actitud y la voluntad  de ajustarnos a su voluntad (valga la redundancia).

Es interesante la frase: “Hágase tu voluntad aquí en la tierra”, en nuestro diario vivir: En nuestra casa, en nuestro trabajo, en nuestra iglesia, en nuestras relaciones...Y, muchas veces, sabemos cuál es esa voluntad perfecta, pero miramos para otro lado, y hacemos lo que queremos, sin tener, para nada, en cuenta lo que Él quiere de nosotros. Cada miembro de la iglesia a la que pertenecemos deberíamos tener esta idea muy presente, acatando su voluntad aunque, a veces, sea muy dura e incomprensible para los que aun estamos en este mundo.

Qué bueno es saber que en el cielo, sí que se hace “su voluntad” perfecta y que, esa voluntad, nos afecta a nosotros, aquí en la tierra, hasta que Él tenga a bien cumplir las palabras de San Pablo a Tito: “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se Dios a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”(Tito 2:13,14).

Y para “purificarnos” muchas veces nos lleva a la “casa del alfarero”, donde vuelve a rompernos como vasija, para hacer de nosotros un “vaso nuevo”. Y, en esas circunstancias, no entendemos nada de su voluntad pero, debemos seguir el ejemplo de Pablo, cuando oímos: “Bástate mi gracia” (2 Cor. 12:9 ) y, parafraseando al apóstol, tenemos que responder: “Me gloriaré en todo lo que me pase, porque cuando soy débil entonces soy fuerte porque se manifiesta en mí el poder de Cristo”.

No dudes nunca de que su voluntad es lo mejor que nos puede suceder (Rom. 12:1,2)

Ester Martínez Vera

Día 23: Levántate iglesia

¿Crees que una vez haya pasado este tiempo de pandemia volveremos a “dormirnos en los laureles”?

Fijémonos hoy en lo que dice 1 Tes. 5:7: “No durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios”.

Aquí el apóstol Pablo nos pide que estemos “velando”. Sabéis que velar significa no dormir.

¿Recordáis el himno?:
            “Levántate iglesia,
              Sacude el sopor
                      Que viene en las nubes
              Tu esposo y Señor”

Esta estrofa, además de datarme a mí,  me lleva a los versículos 16 al 18, de este capítulo, en los que vemos que mientras estamos velando tenemos que:
    
-Estar siempre gozosos
-Orar sin cesar
-Dar gracias en todo

Son mandamientos a una Iglesia que debe estar velando porque: “Viene en las nubes....”.

¡Maranatha (“Cristo viene”)! Y los suyos tienen que tener el gozo del Señor como su fuerza ya que Él es nuestro amigo, nuestro consuelo y nuestra ayuda, en cualquier circunstancia. ¿Cómo no vamos a gozarnos en Él? Decide hoy ver la parte más positiva de tu vida y ¡mantente gozoso y despierto!

Orad sin cesar. Esto parece muy complicado ¿verdad?No podemos estar de continuo sobre nuestras rodillas; hay muchas otras cosas en nuestra vida diaria que requieren de nuestra atención y trabajo pero, la oración es como la respiración. Puedes ir haciéndolo todo y seguir respirando. Es lo mismo. La oración es, a nuestra vida espiritual, como el aliento es a nuestra vida física. Habla con Dios todo el tiempo. Ha prometido estar a tu lado siempre por lo tanto no es difícil el ejercicio de ir hablando con Él de forma continuada.

Sed agradecidos. Te resumo este punto con el coro de otro antiguo himno:

    Ved lo mucho que el Señor os da
    Bendiciones son de nuestro Dios
    Ved las bendiciones que el Señor os da
    ......Y contadlas todas son de Jehová

¡No vuelvas al sopor espiritual!
Ester Martínez Vera

Día 22: creer para vivir

Ayer hablábamos de la necesidad de confiar totalmente en en Señor ¿verdad? Hoy me gustaría llevaros al texto que dice: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (Jn. 20:29).

Si lees con detenimiento el evangelio completo de Juan verás que hay dos palabras que salen muy a menudo: “Vida” y “creer” y, a veces, están incluso en el mismo versículo. ¿Recuerdas Juan 3:36? “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”.

Ese versículo iría de la mano de Juan 3:16. Ambos nos hablan de la vida eterna y de la salvación, pero también es verdad que, cuando creemos lo que Dios ha declarado, en otras promesas para la vida cotidiana, podemos vivir de verdad y ¡no solo sobrevivir!.

¿Tienes la sensación de haber estado mucho tiempo sobreviviendo? Y no te hablo de estos momentos en los que nos está costando tener una “vida abundante”; te hablo de los meses y años pasados. Quizás mires hacia atrás y veas que has corrido tanto para no llegar muy lejos, o has llenado tu armario de tanta ropa que ni siquiera puedes ponértela ahora, o has descansado poco en tu magnifica cama o quizás y, aun peor, apenas has visto a los tuyos y no les has dedicado tiempo y qué decir en cuanto al tiempo dedicado a tu vida espiritual...

Pero el texto sigue martilleándonos. “Felices los que creen”. Has tenido tiempo para conocer, creer y memorizar las promesas de Señor y hacerlas tuyas. Quizás ahora es un buen momento. ¿No crees?

Estos días te propongo un trabajo extra en tu tiempo con el Señor. Antes de sentarte coge unos lápices de colores y al leer ves subrayando las distintas promesas. Por ejemplo las que sean de esperanza en un color, las que se refieran a tus fuerzas en otro....

¡Hay tantas y tan maravillosas! ¡Qué si de verdad las hiciéramos nuestras, podríamos vivir a pesar de lo difícil que es hacerlo en este mundo caído, y en temporadas tan difíciles como la actual!

Empecemos hoy por la promesa fundamental del amor de Dios y sus consecuencias en nuestras  vidas. Hay multitud de versículos que nos dan la certeza de ese amor. Lo sabemos de memoria pero, ¿lo creemos de verdad? Creer que Dios es amor y que ese amor hizo que enviara a su Hijo a la cruz, ¿no tendría que quitarnos toda carga de preocupación por nuestro futuro y nuestras necesidades.   

San Pablo mismo nos dice: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?” ( Rom. 8:32). Claro que aquí no habla de riquezas en esta tierra pero sí de cuidarnos y darnos todo lo necesario, según su voluntad, y no desampararnos nunca. ¿Lo crees de verdad? ¿Puedes dejar de preocuparte y pasar a ocuparte, cuando lleguen los momentos en que tengas que hacerlo?

Ester Martínez Vera

Día 21: No te turbes

“No se turbe vuestro corazón, ni tengáis miedo; creéis en Dios, creed también en mí” (Jn. 14:1).
En estos días de tanto cansancio por la anormalidad de la vida que todos estamos llevando, las palabras de Jesús nos tienen que ser una especie de bálsamo, pero también un aviso.

Sabemos que el Enemigo, en este tiempo, sacará gran provecho si consigue robarnos la paz, el gozo, las fuerzas espirituales y la esperanza.
 
Pero nosotros no podemos permitírselo y tenemos nuestra propia responsabilidad en esa tarea. Con un acto de voluntad férreo hemos de escuchar de nuevo a Jesús que nos manda: “¡No os turbéis!” Y aunque a veces nos falten ya las fuerzas, y nos parezca que nuestros cuerpos se debilitan y nos sintamos en el borde, cerca del precipicio, en el que podemos caer, debemos volver a coger las riendas de nuestra mente y seguir creyendo en Aquel que pronunció ese mandato.

“Turbarnos”, no es un verbo que utilizamos muy a menudo. Su significado es: “Alterar el ánimo de una persona hasta que queda confundida, sin saber qué decir o qué hacer”. En su sentido bíblico tiene  que ver con inquietar, molestar, perturbar...

Jesús conocía, de antemano,  las situaciones por las que iba a pasar el ser humano y las que les iban a turbar profundamente. Hoy, después de dos mil años, nos vuelve a decir: “¡No te turbes!” “No te confundas”, “No te inquietes”.

Pero para eso tienes que conexionar tu mente con tu corazón (éste tiene que ver con las emociones, pero también con la voluntad) y Dios desea que la paz llene tu ser de forma muy profunda y que, a pesar de lo que esté ocurriendo a tu alrededor; aunque la tempestad de estos momentos esté en la superficie, no dejes que invada “tu barca”.

Recuerda que estar turbado tiene una causa principal: La falta de confianza en el Señor; por eso Jesús conecta el principio del versículo con la frase: “¡Creéis en Dios, creed también en Mí!”

Por lo tanto, aunque nos cueste mucho dejarnos caer, del todo, en Sus brazos (Det. 33:27), ¡no podemos hacer otra cosa! Y ahora lo sabemos mejor que nunca, en nuestra historia actual.

Y al dejarnos caer sobre Él, debemos dejar allí también toda angustia y miedo porque hemos comprobado, una y mil veces, que “Él tiene cuidado de nosotros” (1 Pd. 5:7).

Me gustaría que nuestra oración hoy estuviera llena de confianza en el Señor y que pudiéramos decirle: “Hoy no me voy a preocupar por nada  porque creo, de forma total, en Ti”


Ester Martínez Vera

Día 20: Nuestros niños y las pantallas (4)

Ya vamos terminando la semana, ¿Cómo os ha ido?
Esperamos que podáis haber implementado algunas medidas de control de pantallas en cuanto a los chicos.
Pero, retomo el tema de la semana: “Ama a Cristo con toda tu mente”. ¡No la llenes de basura! Recuerda que si la Palabra de Cristo mora en abundancia en nosotros llegaremos a ser “olor de vida” (2 Corintios 15:16) que frase más bonita del apóstol Pablo, escribiendo a los Corintios.

Esta semana, hablando con un paciente, le decía lo importante de leer cada día la Biblia porque además de ser la espada contra el Enemigo y el pan que nos alimenta para no caer en “anorexia espiritual”, también su palabra es “jabón” (Juan 15:3). ¿Has tenido en cuenta ese texto tan profundo?: Su Palabra nos lava cada vez que la leemos ¡qué maravilla!

¿Estás enganchado a alguna página poco limpia? Estos días de confinamiento los temas de pornografía han proliferado en forma exponencial. Y tú, ¡cuida de ti mismo! Le dirá el apóstol Pablo a Timoteo (1 Timoteo 4:16). Huye de caer en esa adicción como del fuego. Es increíble ver que la persona que se ha adicionado a la pornografía le cuesta reconocerlo y piensa que puede salir cuando quiera. ¡No es así! En las excursiones al “reino de las tinieblas” puedes quedar atrapado porque el que está ahí fuera es más poderoso que tú. Es un ángel (aunque caído) pero tú y yo somos un poco menor que los ángeles, (Salmo 8:5) ¿lo recuerdas?

No juegues con fuego, Esa adicción se convertirá en una argolla al cuello de la que será muy difícil salir. Necesitarás de la ayuda de Dios y también, quizás, de una larga terapia.

Y tu adolescente ¿qué?  

Te dejamos unas recomendaciones:

1.    Intenta que todas las pantallas de la casa estén a la vista. Preferiblemente en sitios comunes.
2.    Habla muy directamente del tema de la peligrosidad en las redes sociales, con el o ella.
3.    Explica a tus hijos, más mayores que deben como Job, “hacer pacto con sus ojos” () para no mirar nada que pueda estar lejos de la voluntad de Dios.
4.    Explícales que una adicción, como la pornografía, actúa en su cerebro como una droga y que si se introduce en ese mundo será muy difícil salir y, además que el placer momentáneo que se puede conseguir, se convertirá en amargura y dolor cuando no pueda abandonarlo.
5.    También es conveniente que sepan que los cuerpos que ven no son los reales, que son personas sufrientes (aunque parezca lo contrario), la mayoría de las veces sometidas a vejaciones y trata de seres humanos.
6.    Que, por lo tanto, nunca deben colaborar con ese mundo tan negro, aunque lo pinten de color rosa.
7.    Que, además, no compartan con nadie fotografías, que pueden hacerles sonrojar. Una vez se ha colgado algo en la red, es imposible dar marcha atrás y cualquier cosa puede llegar muy lejos y sin saber cómo atajarla y ponerle final.
8.    Tampoco dar información del domicilio ni de datos personales. Esos datos pueden caer en manos de indeseables que pueden utilizarlos para extorsionarles o chantajearles.
9.    Hacerles recapacitar que, ahora, muchas empresas tienen acceso a las redes sociales y el conocimiento de lo que aparece en ellas, puede determinar el conseguir o no un empleo en el futuro.
10.    Que la vida en familia les lleve a acordarse del su Creador en los días de su juventud. ¡Eso va a cambiar sus vidas!  
Ester Martínez y Carlos Brazier

Día 19: Nuestros niños y las pantallas (3)

Para que nuestros hijos puedan amar a Dios con toda su mente, tenemos que entender que no consiste solo en pensar en temas cristianos sino en enseñarles que Cristo tiene que ser el Señor de sus vidas. ¿Cómo hacemos eso? La respuesta no es fácil pero tiene también que ver con el modelaje: “Los niños, en última instancia, no hacen lo que les decimos, hacen lo que hacemos”. ¿Cómo llevamos los dos, padre y madre, el ser ejemplo en las disciplinas espirituales? Qué bueno es cuándo vuestros hijos os ven leer la Biblia y orar juntos y por separado.
Pero no solo eso, ¿pueden ver que tus opiniones y decisiones se ajustan a la voluntad de Dios escrita en su Palabra? Sería terrible que detectaran que hacemos lo que nos viene bien sin consultar, para nada, al Señor. Si las cosas son así, ¡no tardarán mucho en hacer ellos lo mismo!

Pero en cuanto al tema que nos ocupa, ¿Te ven colgado a la red continuamente? ¿Ves muchos más capítulos de series o estás continuamente “Whatsapeando” en comparación con el tiempo que dedicas a leer la Biblia?

Te volvemos a dejar otras recomendaciones para los niños más mayorcitos:

1.    La televisión la vemos mucho menos que antes ¿verdad? Pero, de todos modos, vigila mucho a tus hijos cuando, si son un poco más mayores y se levantan temprano, encienden la TV y pasan por todos los canales buscando lo que quieren ver. Estad vigilantes hay muchos programas muy violentos o/y sexualizados.
2.    Recuerda que en Internet hay también multitud de contenidos que nos son los más apropiados, ni incluso, para verlos con vosotros.
3.    Preguntaros al ver lo que veis: ¿Qué puede mi hijo sacar de provecho o aprender de este programa? ¿Hay algo que podamos hablar después, para mejorar sus actitudes? ¿Lo que estamos viendo concuerda con los valores que queremos transmitirle?
4.    Después de contestar a esas preguntas, cuestionaros cómo podéis introducir el concepto de que aunque algo nos parezca normal, ¡puede ser inapropiado para un cristiano!
5.    Enséñales también todo lo que se pierden al estar perpetuamente enganchados a las pantallas (juegos juntos, lectura, creatividad…).
6.    No pienses debido, a su reacción al quitarle el móvil o la tableta, que es imposible, en los años que vivimos, rescatarles de la adicción a las nuevas tecnologías.
7.    Cualquier conducta adictiva menguará al eliminar “la droga”. En este caso es imposible eliminarla totalmente porque usan también las pantallas para trabajar escolarmente, forman parte de su vida social, y tienen mucho de bueno, pero…
8.    Según Shane Hipps: “Si no estamos alerta, la era de la información puede atrofiar el crecimiento y crear una pubertad mental permanente.
9.    No debemos entregarles a las pantallas para evitarnos nosotros el trabajo de enseñarle a perdurar en una tarea y a vencer obstáculos. Si les ayudamos nosotros, ¡progresarán adecuadamente!
10.    Debemos en estos días tener un tiempo para cada cosa, nuestros niños en estos momentos están realizando su escolaridad a distancia o sea con los ordenadores, y eso debe ser una prioridad, por lo tanto deben estar un tiempo estudiando con las pantallas. Otra prioridad son los cultos de las iglesias, las reuniones de adolescentes y jóvenes o las reuniones de oración estos días todas se están realizando con las nuevas tecnologías así que les debemos dar un tiempo para eso también. Por ultimo están sus ratos libres que es aquí donde os aconsejamos que podáis hacer cosas diferentes con vuestros hijos, intentad hacer juegos en familia, leer libros, construir legos, tocar música….. intentad hacer todo lo que a ellos les motiva fuera de una pantalla y en algún momento “id al cine en casa” cerrad todas las luces haced palomitas o lo que tengáis buscad una película y disfrutad en familia.
Ester Martínez y Carlos Brazier

Día 18: Nuestros niños y las pantallas (2)

Pensando en este tema de la adicción a las redes sociales y a internet, me ha venido a la cabeza la necesidad de “amar a Dios con toda nuestra mente” (Mateo 22:37). ¡Nuestra mente! Va tan llena de tantas cosas (la mayoría introducidas por las redes sociales) que no hay lugar para encontrar al Señor en ella y amarle de verdad. ¿Nos ha modelado el mundo mucho más de lo que imaginamos? ¿Tendríamos que arrepentirnos porque en nuestra mente no hay cabida para Dios y para su Palabra? ¿Hemos enseñado a nuestros hijos a guardar un rincón en sus cerebros para que conozcan a Dios y le amen? ¿Hemos pensado que era suficiente llevarles a la iglesia y a la escuela dominical?

Si es así hemos estado muy equivocados. Se nos dice en la Deuteronomio que “debemos hablar de la Palabra de Dios a nuestros hijos par activa, por pasiva y por perifrástica. Es decir “estando en casa, por el camino, debemos escribirlo en las paredes, en las puertas”(Deuteronomio 6:7) ¡Qué lejos hemos estado de hacerlo bien!  

Pues en este momento, teniendo tiempo extra, vamos a rescatar horas de pantallas para dedicarlas a la instrucción de nuestros pequeños, en el estudio bíblico y la oración, para que puedan aprender a pensar como cristianos.

Te dejamos ya unas recomendaciones para los más pequeños:

1.    No pienses que es imposible lograr el “desenganche”.
2.    Tampoco tires la toalla porque tu cónyuge no piense como tú. Es muy importante poneros de acuerdo y presentar un frente común en cuanto al tiempo y el material al que vuestros hijos van a acceder a través de las redes sociales.
3.    No te dejes llevar por las rabietas que pueden producirse al limitarles el acceso a las redes.
4.    Los niños tienen que aprender jugando con juguetes y con sus hermanos o amigos (cuando sea posible). El juego simbólico interactivo es parte de su educación básica.
5.    Por lo tanto, juega con ellos, utilizad juegos que correspondan a su edad cronológica. Recuerda que las horas que pasas con tus hijos jugando, nunca será una pérdida de tiempo.
6.    A los muy pequeños no los expongáis a pantallas. Nos duele ver niños en el cochecito con el ipad de la madre o en restaurantes tener a los bebés frente a teléfonos móviles o tabletas a fin de poder estar tranquilos los adultos. Os habéis preguntado qué hacíamos antes. Seguramente jugar con ellos o dejarles que pintasen o… La Asociación Americana de Pediatría (AAP), recomienda no exponer a los niños menores de dos años a ninguna pantalla
7.    No os fieis tampoco de videos educativos. No hay ningún estudio que confirme que son provechosos para el desarrollo de los más pequeños.
8.    Recordad que, desde muy pronto en la vida, la necesidad primordial es explorar: Ver, tocar, oler, oír, moverse, andar, correr.
9.    También es importante saber que los pequeñines aprenderán a hablar por imitación del adulto, no a través de pantallas. La capacidad de aprender el lenguaje está directamente relacionada con las horas que pasan de interacción con sus padres.
10.    La mejor alternativa, para la edad preescolar es pues coger al niño en tus brazos e introduciros en el mundo fantástico de los cuentos y jugar todo lo que puedas con ellos.                                                                                        
Ester Martínez y Carlos Brazier

Día 17: Nuestros niños y las pantallas (1)

En estos días tan especiales, en los que dependemos tanto de internet y de las redes sociales, se hace difícil poner freno a los más jóvenes de la casa para que no caigan en adicción a las pantallas que poseemos.

Los niños y adolescentes se han convertidos en “game boys” y para ellos estar conectados, es la forma más deseable de su existencia. El mundo de la fantasía y los roles tienen el peligro de convertirse en algo tan “real” que desconecten de la realidad de la vida, pudiendo pasar a ser ésta totalmente irrelevante para ellos.

Por eso nos encontramos en una encrucijada: ¡Menos mal que hoy están a nuestro alcance las redes sociales, pero aparece también, en las casas un cierto pesimismo, al darnos cuenta de los efectos de esas conexiones al ver que nuestros pequeños no las pueden soltar sin un enfado o una rabieta de por medio!

Pasó lo mismo con la televisión en los años 50 y 60. Parecía que iba a acabar con las relaciones interpersonales. Pero lo que ocurre hoy es que tenemos “artilugios” añadidos, muy potentes, a esa “caja” con pantalla en blanco y negro, que reunía a la familia en aquellos años con los vecinos y amigos, a fin de tener tiempos de ocio por las noches.

Ahora las cosas son distintas, aunque durante la pandemia hemos estado jugando y hablando en grupo, porque tenemos nuevos inventos que lo permiten (Zoom, Skype, Teams…..), el uso de las nuevas tecnologías es mucho más privado y tiene el peligro de aislarnos y que lleguen a nuestros terminales (y lo que es peor a la de nuestros hijos) materiales de violencia, sexo y cosas, que nunca les permitiríamos ver en directo dentro de una escala cristiana de valores, enganchándolos, también, porque la oferta cultural, artística y educativa no tiene nada que ver con lo ofrecido por lo canales de televisión. Y, además, no podemos olvidar el peligro de la gran inmersión que se puede realizar en un medio que confunde la realidad con la ficción. Por eso se la ha dado el nombre de “realidad virtual”.

Además, las nuevas tecnologías nos llevan a la inmediatez, ¡todo es instantáneo! Hasta el punto de constituir una verdadera amenaza, sobre todo para los más jóvenes, en cuanto a no
aprender a esperar las recompensas y no tolerar la frustración de la espera. Por todo eso, y mucho más, que iremos viendo durante esta semana, los cristianos tenemos que estar muy alerta. San Pablo nos dirá: “Examinadlo todo y retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21) y “todo me es lícito, pero no todo me conviene” (1 Corintios 10:23).


Nota:
Hemos recibido peticiones, por parte de padres y pastores, para que escribamos unas reflexiones a fin de que los padres puedan vigilar y orientar a sus hijos en cuanto a los peligros en la red. Para eso he pedido la colaboración de Carlos Brazier, como conocedor, mejor que yo, de las nuevas tecnologías y sus riesgos. Por lo tanto, si Dios quiere, durante esta semana las reflexiones versarán sobre este tema tan complicado y que no es solo para los niños y jóvenes es también para ti y para nosotros.
Ester Martínez Vera

Día 16: Una vida con sentido

En este tiempo de pandemia quizás empiezas a preguntarte qué sentido tiene todo esto y de dónde viene esta circunstancia tan excepcional, aparecida de golpe y, sin previo aviso en nuestras vidas.

Viktor Frankl, superviviente del Holocausto, escribió un libro titulado: “El hombre en busca de sentido”, en el que narra sus experiencias en el campo de concentración. Este hombre era psiquiatra y neurólogo y fue arrestado junto con su familia (su esposa y sus padres). Al tiempo, la mayor parte de su familia murió, incluida su esposa, pero él sobrevivió.

Lo más destacable de su libro fue buscar sentido a la vida en una circunstancia durísima en la que él, y muchos otros, estaban en campos de concentración, en un sufrimiento sin precedentes en la culta y poderosa Europa.

Hemos sabido, después de aquellos años terribles, que algunos otros, como él, consiguieron también sobrevivir a las circunstancias terribles de la II Guerra Mundial. ¿Quiénes eran esos “héroes”? Pues fueron los que pudieron “volar más alto” y mantener la esperanza, encontrando sentido a la vida, aun en el confinamiento más horrible de la historia reciente.

Nuestras circunstancias, gracias Dios, son muy diferentes pero, como vimos en el video que nos pasaron el domingo en el culto on-line, la vida es muy corta y, de momento, cuando aún tenemos vida, aunque estemos en condiciones anómalas y, también muy difíciles, debemos cambiar la trayectoria que llevábamos hasta ahora y decidir a amar a Dios y a los que nos rodean y servirles, como nunca antes. Es decir tener claro el propósito de nuestra vida. Porque como dijo Nietzsche: “Los que tienen un “porque” en su existencia, pueden con cualquier “cómo”.

Frankl escribe que los prisioneros que tenían una razón por la cual vivir y pensaban en un futuro mejor, con “algo” esperanzador reservado para ellos, ¡llegaban a sobrevivir! Y podían hacerlo a pesar de los malos tratos, la inanición, las enfermedades sin medicar, el desprecio de los cuidadores, la soledad, la pena por los seres queridos en las mismas condiciones…

Tú y yo tenemos algo muy claro por lo cual vivir ¿verdad? Pero además, como mencionó Eduardo el domingo, nos espera un futuro glorioso, no solo aquí en la tierra (dónde podemos adorarle y servirle todos los días que el Señor nos siga regalando) sino también y, muy especialmente, cuando veamos, cara a cara, a Jesús en su “trono alto y sublime”.  Pero de momento, mientras estés aquí, empieza con ayudar a los que puedas, donde puedas y, sobre todo, lleva esperanza, a los que te rodean, con tus palabras y con tus actitudes.

Ahora, la visión de nuestro Redentor, la podemos tener también al leer la Biblia y acercarnos a ese “trono”, en oración cada día, sabiendo que, sean las que sean, las circunstancias que nos rodean, “Su gloria sigue llenando la tierra”, por lo tanto ¡No temas! Recuerda que hay una solución universal en Aquel que está en el trono, que es el Rey de nuestras vidas y que podemos acercarnos a Él, quizás con lágrimas en los ojos, pero agradecidos de que nadie, ni ninguna circunstancia, tiene en sus manos nuestras vidas en este extraño presente y en el futuro.
Ester Martínez Vera

Día 15: “El Señor me dijo: ¡No temas!” (Ap. 1:17)

Después de un mes sin poder reunirnos, en nuestro grupo de hogar, el pasado martes decidimos volver a hacerlo a través de “zoom” (¡!).

Aunque no fuera lo mismo y no pudiéramos compartir el té y las galletas, ¡Qué bueno fue volver a estar juntos a través de esas pequeñas “ventanitas”! Me pareció que hasta nos habíamos arreglado y maquillado un poco para la ocasión.

Menos mal que Carlos nos ayudó a preparar la cuestión técnica porque, ahora, soy más consciente que nunca de que los mayores estamos muy lejos de dominar las nuevas tecnologías; pero, bueno, ¡vamos entrando, poco a poco, y ganando batallas técnicas! Sobre todo, en este período tan largo, en el que no nos queda otra que aprender para relacionarnos, comprar, ver a los nuestros y, de alguna manera, ¡estar a la altura!

El tema escogido para esa reunión fue: “Dios se manifiesta en el confinamiento”. Leímos la experiencia del apóstol Juan, confinado en la isla de Patmos (Ap.1), hacia el año 95 d.C.

El confinamiento de Juan no era, ni mucho menos, como el nuestro, ¡por difícil que éste sea! Estaba preso en esa isla, por haber sido exiliado debido a su fe en Cristo. Él mismo lo expresa en el v. 9 diciendo: “Estaba en la isla, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”.

El propósito del libro es revelar a Juan (el discípulo amado por Jesús), en esas circunstancias tan difíciles de su vida, que el Redentor del mundo, Jesucristo, con quien él había compartido años y sufrimientos es y será, el Conquistador y el Juez final en esta tierra.

Digo que eran circunstancias difíciles para el apóstol porque era ya anciano, estaba confinado, separado de los suyos, viviendo como prisionero, en una isla que era como una cárcel, donde se enviaba gente para hacer trabajos forzosos en las minas de sal.

Empieza su escrito con una visión impresionante del Cristo resucitado, diciendo: “Él es el testigo fiel de todas las cosas, el primero en resucitar de los muertos, y el gobernante de todos los reyes del mundo… ¡A Él sea la gloria y todo el poder por siempre!” (Ap. 1:5,6). Después, en el capítulo 2, seguirán las cartas dirigidas, por el Señor, a las iglesias cristianas primitivas. El modelo de esas congregaciones ha sido repetido, en lo bueno y en lo malo, a lo largo de los años, por las iglesias cristianas locales sucesivas.

La conclusión final, de este apasionante libro, es una llamada, por parte de Dios, a la devoción y perseverancia de los suyos a los que se les avisa de que ¡el Señor vuelve! Y que, por lo tanto, hemos de tener mucho cuidado de no caer en la tibieza (Ap. 3:15,16), ni perder “el primer amor” hacia Aquel que murió, resucitó y ahora, sea cual sea, la circunstancia histórica, ¡reina para siempre!

Si vivimos teniendo siempre presente su “Segunda Venida” podremos hacer nuestras las últimas palabras del anciano Juan: “Sí, ¡ven Señor Jesús!” (Ap. 22:20) e, incluso podemos añadir: “¡Ven pronto!”

Nota: Si no perteneces a ningún “grupo de hogar” habla con el pastor o los técnicos de la iglesia y te informarán como puedes formar parte de uno, entrando en un link que ellos te darán, según el día y la hora más conveniente para ti.

Ester Martínez Vera

Día 14: ¡Acuérdate de tu Creador hoy!

El día 13 de abril era el cumpleaños de mi madre. Ella ya partió con el Señor hace muchos años, pero en esta tierra, siempre vivió para servirle y era un ejemplo en querer estar cerca de Él. Nunca gozó de buena salud y, muy pronto en su vida, los síntomas del Párkinson hicieron su aparición de forma sibilina pero constante, dejando su cuerpo absolutamente devastado. Aun así nunca dejó de decir con Job: “Yo sé que mi Redentor vive y aunque sea desecha esta mi piel con mis ojos yo he de ver a Dios” (Job 19:25-27). ¡Ahora ya le ve! Sin dolor, sin llagas y sin temblores. ¡Qué esperanza más grande para los que la amamos tanto y la seguimos amando! Mi padre la siguió, después de unos años y, ahora, ya están los dos, con mi querida abuela, y otros seres amados, con su Señor, gozando para siempre de Su presencia y paz eterna. 

Quizás te preguntes porqué empiezo así mi reflexión de hoy. Es que he estado leyendo, en mi tiempo devocional, Eclesiastés capítulo 12 y quiero hacer una llamada muy especial a los jóvenes lectores de estas “Reflexiones”.

El versículo primero, de este capítulo, es un mandato tremendo para aquellos que aún no han llegado a la vejez. Léelo conmigo. “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes de que vengan los días malos..., cuando digas: La vida ya no es agradable.”

¿Días malos? No, lo siguiente. Te transcribo la descripción que hace el escritor sagrado de esos días. Lo copiaré de la Nueva Traducción Viviente: 

“No te olvides de tu Creador. Hónralo mientras seas joven antes de que la luz del sol, de la luna y de las estrellas se vuelva tenue a tus ojos viejos, y las nubes negras oscurezcan para siempre tu cielo. Acuérdate de Él antes de que tus piernas -guardianas de tu casa- empiecen a temblar y tus hombros -los guerreros fuertes- se encorven, antes de que tus dientes -esos pocos sirvientes que te quedan, dejen de moler y tus pupilas -las que miran por la ventana- ya no vean con claridad…”

Vaya panorama ¿verdad? No está muy lejos del descrito en el primer párrafo de este texto. Es por eso que escribo hoy para ti, para que antes de que llegue la vejez, pienses en tu Creador y vivas para Él.

Me alegro cuando oigo a los jóvenes decir que a ellos no les va a pasar nada durante esta pandemia. Menos mal que, en la mayoría de los casos tienen razón. La enfermedad está atacando cruelmente a los mayores. Sin embargo, eso no cambia nada de lo que dice el texto leído. Ahora eres joven. ¡Maravilloso! ¿No? Pero recuerda que llegará el día en que ya no lo serás. 

Vive ahora con el gozo del Señor puesto. Sírvele como nunca. Ámale más que antes. Que este confinamiento te sirva para ver que, si no estabas muy cerca de Él, debes volver, cuanto antes, si quieres un día gozar de su presencia, en el cielo, para siempre. Dios no tiene nietos, solo tiene hijos, y quiere que tú seas uno de ellos. A lo mejor has estado, por un tiempo, en “la provincia apartada”, igual que el hijo pródigo. ¿Has pensado en levantarte ya, y volver al Padre? Pues ¡piénsalo!

Pero, además, y retomando el sufrimiento de la vejez, ¿te estás acordando mucho, estos días, de tus padres o tus abuelos mayores? Quizá no puedes ir a verlos o abrazarlos. Pero sabes lo mucho que significas para sus vidas. No dejes de llamarles, de besarles a distancia, de enviarles abrazos virtuales. Vosotros los jóvenes sabéis mucho de eso. ¡Practicadlo con ellos!
Ester Martínez Vera

Día 13: Piensa en lo verdadero

Vuelvo de nuevo a Filipenses 4. El versículo 8 nos dice: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, ¡en esto pensad!”.

Es un texto interesante y, la mayoría de nosotros, nos lo sabemos de memoria, pero tenemos la tendencia de olvidar la palabra con la que empieza San Pablo. Nosotros lo recitamos, normalmente, empezando por lo “bueno”, pero no empieza así, empieza por lo que es “verdadero”. Es un matiz importante, como veremos en un momento.  

Además, debemos notar que el apóstol no nos insta, en este texto, a hacer estas cosas que menciona, sino que nos manda a que las pensemos.

En estos momentos, con tantos peligros, tantos bulos y noticias falsas, se hace necesario cumplir con el mandamiento de pensar en todo lo verdadero.  Y enfatizo el verbo “pensar” porque nuestras acciones, en último análisis, son gobernadas, siempre, por nuestros pensamientos.

Alguien ha dicho: “Siembra un pensamiento y segarás una acción; siembra acciones y segarás hábitos, siembra hábitos y recogerás un carácter; siembra un carácter y, tú, recogerás un destino”.

Oswald Chambers, en su libro “Little Book of Prayers”, escribe esta oración: “Señor, miro hacia ti para que renueves el espíritu de mi mente. Los pensamientos “envenenados” me engañan y me mienten. Necesito, de ti, vida constante, amor y gracia, para alejarlos de mí.”

Pregúntate cómo piensas tú. ¿Te turban pensamientos de miedo hasta que llegas a estar aterrado? ¿Son verdaderos? ¿Te preocupa el peligro de contagiarte del “coronavirus”, el futuro, tus hijos, tus nietos, tu salud, la economía…? ¿Puedes reconducir todo eso analizando si esos pensamientos son, en estos momentos, verdaderos?

Tenemos que recordar que lo “futurible”, por definición, no es verdad. Si, por ejemplo, tienes miedo a enfermar o cualquier otra cosa que pudiera pasarte en el futuro, ahora mismo no puedes calificarlo de cierto. No sabemos si lo será o no, pero por lo menos, en este momento, debemos rechazar ese pensamiento como no verdadero.

Siempre les digo a mis pacientes que “ya pasarán los puentes al llegar”. Cuando llegue lo que sea, que temes tanto, tendrás que ocuparte, pero preocuparte es distinto. Preocuparnos es pasar puentes antes de que lleguen y eso es imposible. “Por nada estéis preocupados” nos dirá San Pablo (Fil. 4:6) y, por su parte, San Pedro escribirá: “Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros” (1 Ped. 5:7). Y Jesús mismo dirá: “Basta al día su afán, mañana traerá su propio mal” (Mat. 6:34).

Haz hoy el ejercicio de desechar de tu mente todo lo que es mentira. El texto mencionado nos lleva al versículo siguiente que nos dice: “Y el Dios de paz estará con vosotros”. No podemos gozar de la paz de Dios si no pasamos todos nuestros pensamientos por el cedazo de Fil. 4:8.

¡Léelo de nuevo de forma completa y apréndetelo de memoria, si aún no lo conoces!
Ester Martínez Vera

Día 12: Ser como Cristo

Al principio de todos estos días de confinamiento tuvimos una especie de shock. Era como si no pudiese ser verdad. Parecía una película y nosotros éramos solo los espectadores de algo sin precedentes. Ahora no sé cómo te sientes. Seguramente la mayoría nos sentimos desubicados y también resignados. Hemos vuelto a empezar otro período largo en el que tendremos que tomar nuevas fuerzas cada día y seguir gozándonos en el Señor.
 
Pero en un sentido temo que, en las casas, se nos vaya acabando la paciencia y la tolerancia y que los vecinos empiecen a oír cómo nos hablamos y cómo nos tratamos.

¿Crees que los que están cerca de nosotros (incluidos nuestros hijos), deben seguir notando que tú y yo “hemos estado, y seguimos estando con Jesús”, a pesar del cansancio y la desesperación que nos produce la situación por la que estamos pasando?

Me gusta el texto de Hechos 4:13. Nos dice que los que no creían en Cristo, en aquellos momentos históricos del comienzo de la iglesia primitiva, veían como actuaban los apóstoles Pedro y Juan y reconocían que ellos sí que “habían estado con del Maestro”. Otra traducción lo pone así: “...identificaron que habían estado con Jesús” (Nueva Traducción Viviente).
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¡Qué fantástico! ¡Como me gustaría que los que me ven, me oyen o leen mis comunicaciones en las redes sociales, pudiesen decir lo mismo!

Pedro y Juan no eran personas con títulos universitarios, ni excepcionalmente ricos; eran hombres sencillos, como nosotros, pero habían alcanzado algo maravilloso. Se les había “pegado” algo de la forma de ser de Cristo
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Mírate en tu espejo particular ¿Cómo te ves? ¿Cómo te ven?

El famoso predicador y escritor, Spurgeon, en uno de sus escritos nos dice: “El cristiano debe ser una imagen clara e impresionante de Jesucristo”. ¡Qué reto para estos días y, también, para el futuro!

Estaría bien que, aprovechando las horas que tenemos de más estos días, dedicásemos tiempo a leer la biografía de Jesús, de nuevo. Fue escrita con sus palabras y acciones pero, además, sería fantástico, que no solo fuéramos lectores sino, sobre todo, imitadores; de tal manera, que los que nos rodean, aun en estas circunstancias tan raras, pudieran decir que se nos nota que hemos estado con Jesús porque vean que queremos imitarle en nuestra forma de comportarnos.
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Antes de hacer algo, pregúntate: ¿Lo haría así nuestro Señor? Y antes de hablar (o gritar), piensa si Él se expresaría de esa manera o con las palabrotas que, a veces, se nos han pegado del mundo. Por cierto, recuerda que en estos días (por más malhumorado que estés, el mandamiento de que: “Ninguna palabra corrompida salga de tu boca”, ¡está todavía vigente!

No avergoncemos a nuestro bendito Redentor con lo que hacemos o lo que decimos.
La amabilidad de Cristo se ha de ver siempre en nuestra forma de hablar y de conducirnos.

La verdad es que antes de la pandemia todos teníamos la sensación de estar en un mundo despiadado y terrible. No podíamos parar en un semáforo ni un instante más, del que al de atrás le parecía correcto, sin recibir todo tipo de insultos y vejaciones. Nos veíamos en los ascensores y bajábamos la cabeza para no decir ni “buenos días”. La amabilidad había pasado a situarse muy lejos de los seres humanos del siglo xxi.


Y ahora ¿qué? ¿Volveremos a eso? O ¿Ya hemos tenido suficiente aviso para haber aprendido que, aunque el mundo entero vuelva a ser como antes, ¡tú y yo, a partir de ahora, debemos ser un reflejo, lo más parecido posible, de Jesús? ¿No te parece?                                                                                                                                                         
Ester Martínez Vera

Día 11: En la añoranza, ¡gozaos en el Señor!

Reemprendemos nuestras cortas y sencillas reflexiones para seguir estando al lado vuestro durante estas dos nuevas semanas.

He vuelto a meditar, durante estos días, en la carta de Pablo a los Filipenses en el capítulo 4 (mi preferido). El versículo 4 nos dice: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo ¡Regocijaos!. (Por cierto, este es el versículo que escogí, cuando tenía trece años, para mi bautismo y he ido sabiendo, a lo largo de los años, porqué lo escogí o, mejor dicho, por qué el versículo me escogió a mí. La traducción “Biblia Viviente” lo pone de forma más moderna: “Estad siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito: ¡Alegraos!”.

Muchas veces el apóstol Pablo repite cosas para dar un mayor énfasis a lo que está queriendo decirnos. En este caso creo que la repetición viene porque él sabía que: “El gozo del Señor es nuestra fuerza” (Neh. 8:10).

¿Cómo te has quedado después de las tres semanas pasadas? A veces ¿te parece que te flaquean las fuerzas?

Si te soy sincera algún día ha sido, para mí, más duro que algunos otros. ¿Puedo abrirte mi corazón? El domingo día 5 de Abril, fue el aniversario de boda de mi hijo y su esposa Raquel. Ese día volvió a caer, igual que aquel día, en domingo de Ramos, pero esta vez, fue un día diferente para mí. Era una ocasión para recordar y me vinieron a mi mente los momentos de su preciosa boda. Algunos de los que estuvieron en el convite me recordaron, también, cómo fue. ¡Todo maravilloso! Su padre y yo (y todos lo demás), ¡mucho más jóvenes!  Fue un día precioso. El sol brilló en todo su esplendor (los novios también). Estábamos al lado del mar, de estas tierras nuestras de Tarragona. El recuerdo me emocionó, sobre todo, pensando en los que están ya gozando, de verdad, con el Señor ¡para siempre!  

Pero el “bajón" me llegó, sobre todo, por no poder estar, con nuestros hijos y nietos, en un día tan señalado. Hubiera querido, como siempre, abrazarlos, besar a nuestros nietos (aunque ahora se tienen que agachar para que yo pueda llegar a sus caras…).

Nos vimos al comer (ellos allí, nosotros aquí). ¡Suerte de las nuevas tecnologías! Creo que estoy cambiando un poco mi opinión en cuanto a ellas…(¡!).

Después volvimos, Eduardo y yo, a pensar en gozarnos en el Señor, ¡¡¡siempre!!! Esto implica en momentos fáciles y en circunstancias muy difíciles. Al alegrarnos en Él, se abre una pequeña ventana en las oscuras nubes y ¡todo cambia! Quizás no nos podemos regocijar en las circunstancias, pero ¡podemos alegrarnos en el Señor!

Una anciana mujer, cuando le venían tiempos difíciles siempre decía: ¡Ah, no hay que hundirse, es una de las “cosas” de las que nos habla Romanos 8:28! ¿Te recuerdo el versículo? Te lo repito: “A los que a Dios aman TODAS LAS COSAS les ayudan bien”. Pero puedes exclamar conmigo al Señor: “¿Todas?” Pues, ¡parece que sí!

Feliz lunes de Pascua

Ester Martínez Vera

Día 10: Vuelvo al principio de estos cortos escritos: ¡No temas!

Dijimos que podíamos pasar del miedo a la fe. Ojalá eso sea verdad en todas las vidas de los lectores de estas reflexiones durante estos días.

Me gustaría terminar con una pequeña alusión al salmo 121. Seguro que durante estos días pasados lo habéis ido leyendo una y otra vez. ¡Muy bien! ¿Os lo sabéis ya de memoria? ¡Intentadlo hasta que lo dominéis!

Este salmo nos exhorta a levantar, ahora mismo, nuestros ojos hacia Dios y afirmar, como el salmista, que “nuestro socorro solo puede venir del que hizo los cielos y la tierra” (Sal. 121:1-2)

Toda la belleza, en cielo y tierra, que hemos ido valorando mucho más estos días porque nos ha sido prohibido salir (aunque, la mayoría hemos podido seguir viendo las estrellas, algunos árboles y, quizás los más afortunados, hasta han podido ver el mar..., Todo ha sido creado por Dios, para que hombres y mujeres, ricos y pobres, niños y adultos, pudiéramos disfrutar de ella.

¡Qué maravilla será volver a pisar la tierra, sin mascarilla ni guantes! ¡Será increíblemente agradable volver a abrazar lo más bello de la Creación: Nuestros seres humanos queridos, hechos a la imagen de Dios mismo! ¡Volvernos a ver, sin pantallas de por medio! ¡Acercar nuestras manos sin miedo! Incluso toser con la libertad de antes. ¡Va a ser fantástico!  

Pero nunca se irán de nuestra memoria los que se hayan quedado por el camino. Menos mal que los cristianos, tenemos una esperanza que no tiene precio (o si lo tiene: ¡la sangre de Cristo!).
Sabemos que ¡los volveremos a ver! Y, como dice mi marido: No los hemos perdido, ¡sabemos dónde están! Ya se encuentran en la presencia de Aquel que murió por ellos y se fue, al ascender al cielo, a preparar un lugar para todos los que han creído en Él. Y ¡ahora reina en gloria porque vive para siempre y ha recibido a los que han partido!

Y los que aun estemos aquí ¡qué bueno es seguir pensando que podemos mantenernos bajo la sombra del Omnipotente y que podemos decir con el salmista: “Esperanza mía y castillo mío, mi Dios en quién confiaré, Él nos seguirá librando, en su misericordia, de todo lo que esté fuera de su voluntad, hasta aquel día en que le veremos tal y como Él es (Sal 91:2). “No se dormirá en que te guarda, será tu sombra a tu mano derecha, Él te guardará de todo mal” (Sal. 121, léelo entero)

Quiero terminar con algunas frases de un himno muy antiguo que resume todo lo dicho hasta aquí y fue lema durante la Reforma Protestante:

“Castillo fuerte es nuestro Dios, defensa y buen escudo
con su poder nos librará en este trance agudo....
¿Sabéis quién es Jesús? El que venció en la cruz
...Y pues Él solo es Dios
Él triunfa en la batalla...Él lucha a nuestro lado”

 Él está en presente continuo en la historia, la universal y la particular y nos sigue diciendo:
“¡No temas!”
Ester Martínez Vera

Día 9: ¿Cómo está tu cerebro a estas alturas de las circunstancias?

Estamos llegando al final de las segundas dos semanas de confinamiento y nuestro cerebro puede estar ya muy cansado. Quiero hablaros hoy un poquito, muy poquito, de él.

Desgraciadamente desconocemos mucho ese órgano tan importante de nuestro cuerpo. Siempre pienso que tiene que ser muy difícil ser ateo viendo el cerebro humano, porque a mí me parece imprescindible que haya, detrás de esa gran maravilla, un creador inteligente que lo haya diseñado.

Hoy es jueves, día 9 de abril. Cuando escribo este texto no sé cómo estarán las cosas, pero quiero proponeros que hagamos lo necesario para seguir programando nuestras mentes y no nos dejemos caer estén, como estén, las circunstancias.

Hoy sabemos que el cerebro cambia conforme vamos viviendo, no es una máquina ni un ordenador. Es un órgano plástico y podemos trabajarlo. Por lo tanto, si estos días han sido especialmente difíciles para nosotros, debemos regenerar nuevas neuronas y establecer nuevas conexiones.  Pero ¿cómo?

Pues te dejo unas ideas y si podemos empezar a hacer vida normal, más o menos pronto, ¡ponlas, de todas formas, en práctica!:

Baja el estrés. Quizás algunos de nosotros, al tenernos que quedar recluidos hemos visto que nuestra parte física ha mejorado un poco al bajar las largas horas de trabajo. Por lo tanto, haz lo necesario para no volver a llevar una vida absolutamente desquiciada. El estrés continuado nos intoxica ya que produce una química, que cuando está excesivamente elevada, de forma crónica, deja huella en el cuerpo y también en las células cerebrales que pueden morir y esa pérdida neuronal implicará pérdida en el control de las emociones y también afectará a las capacidades cognitivas (atención, memoria, concentración...).

Cuando el cerebro queda afectado gravemente, por las hormonas del estrés mencionadas, llegamos a sentirnos totalmente agotados, con sensación de no poder más, con ganas de huir, despersonalización, irritabilidad...Si estás así en estos momentos, recuerda lo que hemos ido diciendo durante los pasados días:

    Medita en la Palabra de Dios
    Lleva todas tus preocupaciones en oración al Señor (pero cuando termines de orar no las         vuelvas a coger)
    Haz ejercicio
    Come de forma saludable
    Duerme bien

Y, sobre todo, ¡piensa bien!

Lo que pensamos puede cambiar nuestra vida. Por eso el Señor, habiendo creado nuestros cerebros, nos manda que cuidemos con esmero lo que pensamos y, a través de San Pablo, nos dice que debemos pensar en lo verdadero, lo bueno, lo noble...Sabemos de memoria el texto de la carta a los filipenses 4:8 pero pocas veces lo recitamos bien.  Fijémonos que la primera condición es pensar en lo verdadero. ¡Tantas veces nos angustiamos por mentiras! ¡No debiera ser así! ¿Cuántas veces estamos hiper-preocupados por el futuro? Pero, por definición, lo “futurible” no es verdad y además pensamos en muchas otras mentiras del futuro, del pasado y del presente.

Aquí tenemos un problema y es que confundimos ser responsables con preocuparnos. ¡No! Seríamos irresponsables si no nos ocupásemos de las cosas. Pero el “pre” sobra.  Si estamos preocupados continuamente el estrés subirá y la ansiedad estará servida.

La Biblia nos insta a no preocuparnos, porque el Señor conoce cómo funcionan nuestros cerebros en relación con nuestros cuerpos. Él sabe que esa preocupación se podrá convertir en química que bajará las defensas en nuestros organismos, enfermándolos. “Por nada, nos dirá el Señor, estéis preocupados, sean conocidas vuestras peticiones en oración, con acción de gracias y entonces la paz se Dios llenará vuestros corazones” (Fil. 4:6)   El apóstol Pedro, por su parte, nos instará a “echar toda nuestra ansiedad sobre nuestro Padre Celestial, porque Él tiene cuidado de nosotros” (1 Ped. 5:7).

¡Cuida pues tu cerebro, piensa bien, rechaza las mentiras, y que la Palabra de Cristo more en abundancia en tu mente para protegerla!
Ester Martínez Vera

Día 8: ¡Cuida tus palabras! ¿Sabes que son muy poderosas?

Sé que parecerá fuera de lugar, pero aun con lágrimas, sería conveniente que, en este periodo tan difícil, aflorase algo de humor sano, no en cuanto al corona virus, pero sí en relación a las cosas de la vida cotidiana.

La convivencia, de toda la familia, durante tantos días y horas sin poder salir, puede hacerse incomoda y hasta angustiante. Estamos fabricando casi continuamente, una realidad paralela en la que la casa es una especie de castillo donde se siguen unas rutinas diarias de horarios, estudios, tiempos de relaciones interpersonales a través de la red, etc., pero de forma extraña y muy anómala.

Tenemos que generar, por lo tanto y de alguna manera, una sensación de libertad dentro de las cuatro paredes para que las casas no se conviertan en cárceles y nos agobien en exceso.

Abrid ventanas, salid a las terrazas, aplaudid a las 8 de la tarde, desde vuestras ventanas o balcones, a los sanitarios y empleados que nos sirven todos los días, sin desfallecer o desfalleciendo pero, siguiendo con sus tareas.

Sonreíd, reíros juntos de tonterías, de películas, documentales o libros de cierto humor...

Evitemos los choques de caracteres. No permitáis que la lluvia ácida de la ofensa os invada. Que las palabras que digamos, durante estos días, sean amables y no hagan daño a ningún miembro de la familia.

El ambiente en el castillo es un sumatorio de actitudes, palabras y acciones de cada uno nosotros, en cada momento.

¡Haz tu parte! ¡Habla bien! “En lo que depende de ti pon paz” (Rom. 12:18) “¡Qué ninguna raíz de amargura (venenosa), os estorbe, porque os contaminará a vosotros y a vuestro entorno” (Heb. 121:15). “¡Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal para que sepáis como debéis responder a cada uno!”.  Otra traducción dice: “Que vuestras conversaciones sean cordiales y agradables, a fin de que tengáis la repuesta adecuada para cada persona” (Col. 4:6).

Aprovechad para ser muy amables. El apóstol Pablo nos dice: “Nuestra amabilidad debe ser conocida por todos” (Fil. 4:5). Debemos notar, con cuidado, que ese todos que, normalmente parece referirse a los de afuera, es también referido a los de dentro. Es decir, nuestra amabilidad deber ser vista por nuestros familiares más cercanos, que son los que están conviviendo de forma excepcional, con nosotros, estos días. Pero el versículo sigue. “El Señor está cerca y no os inquietéis por nada”. El término “cerca” puede significar dos cosas: Que Él está a tu lado viendo cómo te conduces o que su venida está cercana. Ambas cosas tienen que hacer que nos comportemos como hijos de la luz, siendo benignos para con todos y ejemplo a los que nos rodean.

Es correcto y adecuado tratar bien a los de fuera pero nunca debe tener lugar el maltrato (en cualquiera de sus formas) en los hogares de los creyentes ya que sería una pena terrible si un hijo/a, por vivir en un ambiente insano, sale del hogar sin los valores espirituales deseados porque los padres no han cuidado con esmero “su viña que era suya” (Cant. 1:6).

¡Cuida de ti mismo y de tu familia!
Ester Martínez Vera

Día 7: ¿Sois manitas? ¡Aprovechad el tiempo!

Intentad buscar en vuestro interior algún resquicio de creatividad.

Cualquier actividad artística (pintar, dibujar, coser, trabajos manuales, cocina...), os ayudará a pasar mejor estos días de confinamiento. Sabemos que el arte ayuda a:

-  Resolver algunos conflictos internos y externos
-    Incrementar la actividad interpersonal (si se hace en familia),
-    Reducir el estrés porque permite que sentimientos y emociones hallen vías de salida a través de la expresión artística; incluso esa forma, a veces, funciona mejor que las palabras.

Inventad juegos para hacer con vuestros hijos. Las pantallas deben ser sustituidas, a ratos. Hemos pasado poco tiempo de calidad juntos como familias en los últimos años. ¡Aprovecha cada minuto ahora! “Redimiendo el tiempo porque los días son malos” (Ef. 5:16). Me gusta mucho la versión catalana: “Procurad sacar partido del momento presente porque los tiempos que vivimos son malos” y la versión Biblia Viviente nos dice: “Sacad el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos.”

¿Y si en ese aprovechamiento del tiempo retomásemos el antiguo culto familiar? Los que tenéis mi edad recordaréis como nos reuníamos los miembros de la familia para leer juntos la Biblia y orar. También, en ese precioso encuentro había lugar para la creatividad: Los niños cantábamos, tocábamos algún instrumento (aunque fuera una olla que nos servía de tambor con una cuchara de palo...), pintábamos luego algo referente a lo leído. ¡Qué tiempos aquellos! ¿No creéis que es un buen momento para que nuestros hijos y nietos oigan del Señor no solo en la Escuela Dominical? Recordad el mandato: “Y hablarás de esta ley y la repetirás estando en tu casa...” (Deut. 6:7).

Nuestra casa ¡Qué dos palabras! ¡Cuánto significado contienen! ¡Quédate en ella! ¡No salgas! ¡Hoy más que nunca, debe ser nuestro castillo!
 
Quizás también debemos aprender algo de ese saber estar en el hogar. Las personas de hoy, jóvenes y no tan jóvenes, no saben estar recluidos, se agobian con facilidad y la calle es su lugar más confortable. Pero, en su justa medida, también es importante quedarnos quietos. Vamos todos excesivamente cansados porque no paramos de ir de acá para allá. Sería importante aprender a no entrar en la multitarea. Hacer una cosa a la vez y hacerla con los cinco sentidos. Disfrutar de leer, coser, cocinar, hablar...Ahora nos damos cuenta de lo poco que hacemos esas cosas tan buenas para nuestra salud física, mental y emocional.

¡Quedémonos en casa! ¡Seamos creativos!
 Ester Martínez Vera

Día 6: Y ¿nuestro altruismo? ¿Cómo va?

¿Ha tenido que ser necesario vivir una catástrofe planetaria para mover los corazones del ser humano del siglo XXI? ¿Hemos tenido que llegar hasta aquí para preguntar si nuestros vecinos necesitan algo? ¿Ahora los nietos se acuerdan más de sus abuelos? ¿Nos llamamos más a menudo unos a otros?

¿Qué hacíamos hasta ahora? ¡¡¡Solo correr!!! Sin pararnos, ni un minuto, a pensar que las relaciones interpersonales solo pueden ser profundas, duraderas y significativas, cuando les damos tiempo, empatía y cariño.

¿Quedará algo en la memoria colectiva después de la pandemia, de lo que hacemos ahora por los demás? ¡¡¡Ojalá que sí!!! ¡¡¡Espero que este mundo nunca sea igual de hedonista e individualista a como ha sido hasta ahora!!!

Debemos decidir, por lo tanto, desde ahora y para siempre, practicar el altruismo.

Ayudar a los demás requiere percibir el estado de ánimo de las otras personas. Desarrollemos la sensibilidad ante lo que les está ocurriendo, siendo empáticos, es decir, poniéndonos en el lugar de los que están sufriendo o preocupados.

En estos momentos debemos hacer un mejor uso, ¡por fin!, de las nuevas tecnologías. Pongámonos en contacto, con las personas que están solas, enfermas o mayores (o todo eso junto)

Pero usa el móvil sin riesgos. Las autoridades sanitarias ofrecen unas recomendaciones para reducir los riesgos: Apágalo por la noche y ponlo en modo “avión” siempre que puedas. Usa auriculares o “manos libres”, no lo tengas demasiado en contacto con tu cuerpo, llama solo cuando tengas una buena señal y utiliza más los mensajes escritos que las llamadas.

Pero, sobre todo, pon tu corazón a funcionar. Conexionemos y sintonicemos nuestros corazones con los que nos rodean (aunque no podamos acercarnos a todos ellos).  Los que tienen familiares en el hospital y no pueden ir a verles tienen que hacer necesariamente el ejercicio de orar por ellos, en la total confianza de que el Señor está a su lado (Sal. 23:4) y, aunque no se pueda estar con los enfermos en la habitación del hospital, Él sí que se quedará con los seres queridos, ¡todo el tiempo!

Por lo tanto, los creyentes ingresados, saben que Dios está con ellos, “no debemos entristecernos como los que no tienen esperanza” (1 Tes. 4:13). “La paz que sobrepasa todo entendimiento va a llenar nuestros corazones y también los de ellos.  (Fil. 4:7). ¡NO ESTÁN SOLOS! Y seguro que ¡¡¡tampoco se sienten solos!!! Debajo de las alas del Altísimo se sienten seguros (Deut. 33:27). Y, ¡darán testimonio de esta verdad cuando puedan salir o al llegar a la ciudad celestial!  

Hay un ejemplo bíblico que a mí me ayuda muchísimo:

Al criado de Eliseo le tuvieron que ser abiertos sus ojos para que pudiera ver que un ejército de ángeles estaba a su alrededor y le protegía contra los ejércitos invasores (2 Rey. 6:16,17).

¡¡¡Estoy segura de que esa realidad preside todas las habitaciones hoy, donde haya un hijo de Dios enfermo!!!
Ester Martínez Vera

Día 5: ¡¡¡Cuida también tu cuerpo!!!

Después de todas las recomendaciones dadas hasta aquí, vamos a ver algunas cuestiones muy prácticas, que tienen más que ver con nuestro cuerpo, porque no podemos olvidar que lo tenemos que cuidar lo mejor posible, en toda circunstancia, porque es el “templo o del Espíritu Santo y por lo tanto se trata también de un tema espiritual:

Activemos, todo lo que podamos, nuestras defensas. Y aunque estemos confinados y aprovechando el tiempo extra que estamos teniendo, debemos cuidar lo que ingerimos en cada comida.

Comer bien no significa obsesionarse con calorías, vitaminas, minerales, combinaciones, incompatibilidades ni ecuaciones para seguir una dieta equilibrada y mucho menos, en estos días en los que no podemos, ni debemos ir a comprar a menudo.

Lo más importante es comer productos naturales, pocos precocinados y evitar los alimentos procesados. Pensemos que, en lo posible, hemos de hacer cinco comidas al día, tres principales y dos menos abundantes (a media mañana y a media tarde). En las cinco comidas tiene que haber algo de hidratos de carbono no refinados (recordemos que se consideran también hidratos las verduras y las frutas), algo de proteína y grasa (aceite de oliva o frutos secos).

Es preferible priorizar la calidad más que la cantidad, y más en estos días, en los que muchos de nosotros hacemos poquísimo ejercicio.

Te dejo una lista de los mejores alimentos regeneradores de tus células  que refuerzan la salud: Verduras, legumbres y frutas (tenemos que elegir los de colores vivos e intensos, es importante mencionar también el limón que contiene flavononas que multiplica por 200 la actividad de la vitamina C e incrementa las defensas), frutos secos crudos (muy ricos en aceites esenciales Omega-3), cereales integrales, setas (contienen estimulantes de la inmunidad), ajos (el zinc del ajo contrarresta los virus porque aumenta la producción del interferón), aceite de oliva virgen (contiene polifenoles y antioxidantes), condimentos (cúrcuma, gengibre (ricos en antioxidantes y antiinflamatorios), probióticos (bacterias beneficiosas para los intestinos, muy importantes para conservar la salud, los lactobacilus del yogur estimulan la inmunidad y si compras un suplemento en la farmacia que contenga más de mil millones de bacterias vivas), tisanas de hierbas (por ejemplo el tomillo es muy esencial frente a virus y bacterias. La menta y el sauco combinan bien en infusiones con el tomillo. También el té verde que tiene teoflavina con efecto antivírico).

Debemos intentar eliminar de nuestra dieta los azúcares, las harinas blancas, el exceso de sal,
los aperitivos.....dulces...tabaco, alcohol....¡¡¡Ah!!! Y ¡hacer ejercicio cada día!
Las recomendaciones que os acabo de dejar nunca sustituirán los consejos médicos. Serán solo ayudas fáciles de hacer.

Quizás sea un buen momento para considerar también como hemos estado comiendo en los últimos años y rectificar.

Recuerda, con agradecimiento, dar gracias a Dios por los alimentos. Creo que yo no he sido nunca tan consciente como en estos días de lo que tengo en mi plato. quiero que mis oraciones en la mesa dejen de ser, a partir de ahora y para siempre, rutinarias.

Cuando estéis comiendo aprovechad el tiempo, sin pantallas, para conversar en familia y para dar ejemplo, a vuestros hijos, del agradecimiento por la provisión de Dios.

¡”Seguid y seguid siendo agradecidos y así la paz de Cristo reinará en vuestros corazones”! (Col. 3:15).
Ester Martínez Vera

Día 4: Nuestro destino en Sus manos

También debemos reconocer, en estas semanas, un hecho increíblemente maravilloso: ¡Dios está con nosotros cuando pasamos por aguas turbulentas y peligrosas! Recordemos el texto: “En todo sufrimiento de ellos Él es angustiado” (Is. 63:9).

¡¡¡¿Qué Dios hay como el nuestro, que baja a sufrir a nuestro lado?!!! Él promete: “Estaré contigo en la angustia” (Sal. 91:15).

El libro de Habacuc hace que nos pongamos en “plan centinela” con la certeza de que cuando el Señor quiera, tendremos noticias y, mientras tanto, nos pide que vivamos en paz. Lee de nuevo Is. 30:15: “Dejad de inquietaros, encontrareis la fuerza en la calma y en la confianza” (versión catalana).  Por lo tanto, podemos afirmar que no nos vendrá nada bueno a través de la angustia y la preocupación excesiva.

¡Agárrate, como nunca, a las promesas del Señor! La fe en ellas no evitará el sufrimiento, como hemos mencionado en días anteriores, pero lo podremos vivir todo de forma distinta. En medio de las cosas terribles que están sucediendo, tendremos que cumplir el texto que nos manda: “Que la Palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros” (Col. 3:16). Si leemos y meditamos en la Biblia, incluso podremos escuchar las noticias sin angustiarnos en exceso.

Os doy un consejo: Todos debemos estar bien informados, pero no tenemos que quedarnos atrapados las 24 horas del día frente a las múltiples pantallas. ¡Con oírlas una vez al día basta! Si las noticias las oímos constantemente, por los veintiún mil canales que tenemos actualmente, activaremos en exceso el sistema límbico, produciéndonos un estrés excesivo y liberando altas dosis de cortisol, que aumentará el nerviosismo y bajará nuestras defensas y, ahora, ¡¡¡nuestro sistema de defensas tiene que estar en óptimas condiciones!!!

Por lo tanto estad bien informados pero filtrad todo a través de las promesas de Dios. “Ni un cabello de nuestra cabeza cae sin su consentimiento” (Lc. 12:7, Mat. 10:30). ¿Cómo no van a estar nuestros tiempos también en sus manos? (Sal. 31:15)

Es muy importante saber que, como dice mi esposo, “somos inmortales hasta que Dios quiera llevarnos a su presencia”.

Por lo tanto, es absurdo vivir con miedo a la muerte. Nuestros miedos no van a cambiar, en absoluto, los designios de nuestro Creador y además de no solucionar los problemas del presente, nos amargan el día de hoy y no tienen el poder de cambiar nada del mañana.

“Pero yo confió tan solo en ti, tienes en Tus manos mi destino” (Sal. 31:15)
Ester Martínez vera

Dia 3: Contentos en el Señor

El Salmo 91 es un buen antídoto para el miedo, pero leámoslo con cuidado. En los versículos 5 y 6 parece que Dios es redundante: “no temerás el terror”. ¡Cuánta angustia hay en el miedo al miedo!

Estoy, estos días, visitando por Skype, FaceTime, WhatsApp... Y son tantas las personas que me llaman para pedirme alguna solución para el miedo al terror que sienten. Eso es así porque, en estado de terror, la angustia atenaza a las personas hasta bloquearlas y paralizarlas. Y, en un sentido muy profundo, las entiendo porque los seres humanos queremos ser muy autosuficientes y cuando nos damos cuenta de que no podemos salir de algún peligro con nuestras fuerzas, entramos en pánico.

Entonces, ¿cómo nos quitamos el pánico? Aceptando la realidad de nuestra pequeñez y viendo que la grandeza y la posibilidad de protección están fuera de nosotros y que lo único que tenemos que hacer es aceptar, serenamente y “en quietud y en confianza” (Is. 26:3,4), el cuidado de nuestro Dios. Esa actitud de humildad nos será, sin duda, de gran ayuda. Los versículos mencionados nos llevan a: “No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni mortandad que en medio del día destruya ¡porque has puesto al Señor como tu esperanza y al Altísimo por tu habitación!”. Por lo tanto, no consiste solo en lo que tu digas o puedas hacer, el secreto está solo en Su poder y en Su amor hacia nosotros.
 
Pero además de no temer, tenemos que seguir otras recomendaciones que darán más sentido a la vida, en esto días de tanto peligro, en nuestro pequeñísimo planeta:

 El Señor también nos manda, en palabras del apóstol Pablo lo siguiente: “Estad siempre gozosos, nunca dejéis de orar y sed agradecidos” (1Tes. 5:16). Hoy te permito que me digas: “Ester ¿de qué me estás hablando?” “Podemos orar, pero ¿cómo puedo hacerlo, en estas circunstancias, con alegría y agradecimiento? Pues recordando, especialmente, en el contexto de confinamiento, que pase lo que pase debemos seguir regocijándonos en lo que el Señor es para nosotros: Nuestro Salvador, nuestro amigo y nuestro cuidador, nuestro refugio, en cada circunstancia.

¿Recuerdas a Job?. A pesar de todo lo que pasó aquel hombre dejó, perlas escritas en su antiguo libro: “Yo sé que mi Redentor vive y aunque sea deshecha esta mi piel con mis ojos yo he de ver a Dios” (Job 19:25-27).

Por lo tanto, pase lo que pase, sabemos que nuestro Salvador vive y reina y que un día le veremos en toda su gloria. Pero también fue el mismo Job que dijo: “El Señor dio y el Señor quitó, bendito sea el nombre del Señor” (Job 1:21).

Solo con esa certeza podemos seguir viviendo con gozo en medio de la prueba. Sé que es difícil, pero ¿podemos hoy decidir estar alegres a pesar de todo? ¡Mira cuantas bendiciones tienes a en tu casa! ¿Has tenido comida hoy? ¿Agua caliente? ¿Calefacción? Quizás, nos quejamos demasiado, ¿no crees? Muchos hermanos en otras partes del mundo, en las mismas circunstancias que nosotros, cuentan con mucho menos. ¿Nos avergonzaríamos al ver que ellos nos dan lecciones, en su precariedad, manteniéndose gozosos?

Por lo tanto, ”Vivamos siempre contentos en el Señor” (Fil. 4:4).
Ester Martínez Vera
 

Día 2: Pon tus ojos en el trono, ¡no en el “corona virus!” 

Siguiendo con el tema del día anterior, pensemos hoy en cómo podemos dejar de temer.

La respuesta es que debemos ser muy conscientes de que no podemos fijar nuestros ojos en los acontecimientos y quedarnos paralizados y atemorizados durante muchas horas.

De ninguna manera podemos negar que estamos en un mundo caído, donde la aflicción es la tónica general y hoy en nuestra corta historia de vida, desgraciadamente, como nunca antes.

Pero me viene a la mente la historia de David ante el gigante Goliat. Si el joven, futuro rey, se hubiera fijado en lo enorme del gigante filisteo, hubiera huido sin intentar vencerlo. Por lo tanto, nosotros en estos momentos, más que nunca, debemos mirar el mundo con los ojos de la fe.

Esto no implica cerrar los ojos a la realidad. No es que neguemos los peligros ante los que nos enfrentamos cada día y especialmente en estas largas semanas, sino que, nuestra fe en Él y en sus palabras, nos han de servir para confiar en su grandeza, que nunca es comparable con la de ningún gigante, por enorme que éste sea.

 Nuestros ojos pueden ver a los “gigantes”, pero nuestra fe tiene que ver la grandeza de Dios. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe” (Heb. 12:2). Hoy os pido que hagamos juntos este ejercicio: Cuando nos lleguen las terribles noticias y las estadísticas que, de nuevo, encogerán nuestro corazón, ¡llevémoslo todo a Cristo en oración! Recordemos que “Él está en su trono, rodeado de gloria” (Is. 6:1) y ese trono, “alto y sublime”, es mayor que todos los tronos de la tierra.

El capítulo 6 de Isaías nos lleva a un momento muy difícil para él y para la nación; había muerto el rey Uzias, que era un buen rey y le seguirían tiempos muy complicados, en los que Asiria y Babilonia se convertirían en un peligro terrible para el pueblo de Dios. Es en ese contexto en el que Isaías pronuncia unas palabras, que siempre me conmueven: “¡Vi yo al Señor!” ¡Qué visión más maravillosa!

¿Estás cerca de Él, hoy, en estos días tan desoladores? ¿Puedes contemplar su gloria?

Recordemos que ahora ¡también llena la tierra, a pesar de la pandemia!

Ester Martínez Vera

Día 1: No sea un cristiano “tibio”

El Señor nos dice, de nuevo: “¡No temas!”.

Pero para poder no entrar en terror, ante lo que está cayendo, necesitamos cogernos, como nunca, a la Palabra de Dios y a sus promesas. Mi recomendación para hoy y para el resto de los días que Dios nos permita vivir en esta tierra es que empecemos la jornada en el “aposento alto”.

Tenemos que escoger un lugar y un tiempo, cada día, donde encontrarnos con nuestro Señor para leer su Palabra y orar. ¡Lo demás puede esperar! ¡Mira si las otras cosas pueden esperar, en estos días de confinamiento! ¡Ni podíamos imaginar, hace solo un mes, el frenazo en seco que iba dar nuestra vida! ¡Qué bueno sería poder decir con el salmista: “De madrugada te buscare”! (Sal. 63:1).  

Es curioso que en tiempos de peligro y tribulación es cuando volvemos a tener la sensación de que necesitamos a Dios. ¡Qué pena que, cuando las cosas nos van bien, hacemos como el pueblo de Israel y empezamos a adorar a otros “dioses”, como lo hacían ellos! “Dejamos la fuente de agua viva, para cavarnos pozos que no retienen agua” (Jer. 2:13). Terrible ¿verdad? ¿Tiene que “levantar el Señor a los “caldeos” (Hab. 1:6) para que decidamos estar cerca de Él?

A lo largo de la historia vemos que el pueblo de Dios tiene tendencia a ir alejándose de su Señor cuando las cosas le van fantásticamente bien y, entonces, tenemos el peligro de llegar a ser cristianos “tibios” (Ap.3 14-22).

Sería importante que, en estos días, nos preguntásemos cómo ha sido nuestra vida espiritual en los últimos años. Ahora, con un enemigo terrible a nuestras puertas, contra el que no vemos la forma de ganarle fácilmente la batalla, somos conscientes de nuestra verdadera condición: No somos nada, nuestras fuerzas son nulas y nuestros conocimientos también para luchar contra algo de dimensiones desconocidas y universales.

Y hoy, quizás, como nunca, nos estamos dando cuenta de que solo Dios es muy grande y nosotros muy pequeños y ahora clamamos a Él, en agonía, pidiendo misericordia para que libere al mundo de este azote pero, cuando todo esto pase, ¿volveremos a las andadas? ¿Seremos de nuevo cristianos que clamaremos a Dios como a los bomberos, cuando nos estemos quemando?

¡Ojalá que el Señor, en su misericordia, muy pronto, “sane nuestra tierra” (2 Cr. 7:14) y que después de decir: “Aunque la higuera no florezca, con todo, nosotros, nos alegraremos en el Señor!” (Hab.3:17).

Te deseo que, en el día de hoy, reflexiones y medites en que nuestro Dios reina y que cada día estamos más cerca de que pare esta pandemia pero, os animo a empezar, desde ahora, a tener un tiempo sagrado con el Señor. Y, si ya lo tienes ¡no lo abandones, aunque pases por sombra de peligros! ¡Él promete estar con nosotros siempre! (Sal. 23).

Ester Martínez Vera
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